Esta temporada parece un remake de otras. Decíamos hace un tiempo que esta serie, aunque es una relectura de las historias y personajes de la Biblia, sigue la narrativa cristiana de un ángel caído en la tierra debido a su soberbia y subrayada vanidad. La historia se crea a partir de lo siguiente: En el siglo V, d. C., San Agustín construyó una teología en que una de las fusiones que hizo además de la separación entre el Estado y la Iglesia, entre lo sagrado y lo profano, y es sobre el origen del mal. Dictó que el mal no existe como entidad, es decir que no es fruto de la creación, que es la privación del bien, que cuando el bien falta el mal se luce, no como entidad sino como carencia del bien. Esa es la solución y/o respuesta agustiniana para la lógica ante la fatalidad y es de que si Dios sabía lo que era el mal por qué lo creó. Por tanto, en la visión agustiniana la privación del bien no se da por providencia divina y sí por el individuo que crea las bases para aquello que luego Lutero –que era agustiniano–, lo trata como libre albedrío. Pues bien, esta serie nos remite al representante del mal: Lucifer –portador de luz– y como parábola se escoge a Los Ángeles como sinónimo de infierno, dueño del bar Lux. De tanto en tanto siempre alega que él no provoca el mal y no orienta ni lleva a nadie a la perdición. Parece ser que su misión en la tierra es apenas explicitar gustos y deseos de la gente. Y es obvio que nos retrotrae al concepto del otro, pero tan alejado y banalizado en la narrativa que construye. Pretende identificar al individualismo como el pilar central de la vida -mostrada como una aventura-. Este Lucifer hedonista es calcado de El Paraíso Perdido, de John Milton, así como todos los personajes adyacentes sacados literalmente de la Biblia, incluyendo a Dios, su padre, con quien lleva una relación difícil, y así mismo todos son antípodas de sus pasos bíblicos. La moraleja es llevarnos a reflexionar lo que es vivir sin límites morales, ser inmortal y siempre joven, sin nada que pueda controlar sus deseos. Premisa genial si no fuera por lo insípida de su puesta en escena con tramas retorcidas y un guión relamido en clichés extravagantes. En Netflix con ese título.
HH Género: Thriller sobrenatural. Duración: 45 minutos por capítulo.