El contexto socioeconómico y cultural es el de los años 50 cuando en Estados Unidos se originó un cambio cultural radical avivado por el desarrollo industrial que acarreó afanoso consumismo. Hay que destacar que se ve esa época desde los años 80 cuando se escribió la narrativa argumentativa de la obra de teatro que posteriormente dio pie a esta película, manteniendo algunos los elementos estructurales del teatro tales como el desarrollo escenográfico, maquillaje, vestuario, sonido, y muy especialmente el guión afincado en el diálogo con un desarrollo en que la carga dramática sigue un ritual ascendente con su planteamiento explicativo, el conflicto y desenlace. Pues bien, USA vivía su edad de oro de su capitalismo secundado por la implantación de una política de Estado de Bienestar Social. Lo interesante de este filme es que muestra la cara siniestra generada por ese “bienestar social” (que es el arreglo político del período posterior a la Segunda Guerra, luego de la cual hubo una reestructuración de las economías y la política). Para entender eso, es importante saber que la economía es una relación social. La economía no es simplemente número, producción. La economía precisa de mucho más para funcionar. Se trata de organizar una sociedad para producir aquello que es necesario para que la propia sociedad continúe produciendo. El racismo y el esclavismo dieron pie a la USA de entonces, pero gran parte de la población negra era imprescindible para las guerras y para servicios de recogida de basura, por ejemplo, que no producen mercancías, como es el caso del protagonista: un padre que lucha contra los prejuicios raciales mientras trata de sacar adelante a su familia en una serie de eventos fundamentales en su vida para él y para los suyos. El título “Fences” simboliza las cercas que separan a blancos y negros, al tutumpote del asalariado; y, sobre todo, muestra que los pobres nacen y mueren pobres, sin derechos sociales porque hay cercas –fences– socioeconómicas construidas como una línea de montaje sin beneficios para el asalariado. La mujer está retratada en la esposa que no trabaja y su mayor anhelo era poder casarse y asegurar techo y comida. Ese papel es magistralmente interpretado por Viola Davis que explota bien la condición de ancla emocional mostrando lo encadenada de su existencia a un hombre vapuleado sin fe ni esperanza rogando no perder lo único que le mantiene como jefe autoritario de familia. Davis recibió un Oscar por su desempeño y nominación para Denzel Washington. En Netflix.
HHHH Género: Drama. Duración: 136 minutos