Cine distópico; historia del futuro próximo íntimamente ligado al presente. Invoca al Blade Runner (1982). Han pasado 30 años desde aquellos acontecimientos y el agente K, un ‘blade runner’ caza-Replicantes del Departamento de Policía de Los Ángeles, descubre un secreto que ha estado encubierto y que tiene el potencial de llevar a la sociedad al caos. Su investigación le conducirá a la búsqueda del antiguo blade runner en estatus de paradero desconocido. –Hablar de caos futurista es como para preguntarse si es que ya no lo tenemos (?): ese caos que suma descomposición constante de la sociedad, y que es un desbarajuste controlado, planificado y accionado a pota, y donde quien controle el poder pesca en ese río revuelto. Un abordaje temático del que se echa manos siempre que se asoma una nueva crisis económica (financiera), ambigua en su forma y fondo; y asimismo se advierte la quiebra de las utopías rebeldes–. Pues bien, el filme se vale de elementos retro y modelos arquitectónicos del Art Déco, todo llevando a un ambiente de la Guerra Fría, pero ahora en una ideologización contemporánea de la propaganda antiterrorista. Llama la atención la excelente banda sonora, así como esos escenarios que nos retrotraen (se nos antoja recordar) a filmes legendarios como Ciudadano Kane en su magnificencia escenográfica y en cuanto a la fotografía rememora a El Conformista de Bertolucci, hecha por Vittorio Storaro; tan bella y bien justificada con sus encuadres y ángulos encumbrados por fastuosa iluminación; un bien pensado encantamiento visual de lo que se conoce como cine neo-noir (que guarda la raíz noir del anterior Blade Runner). Hay un tópico singular y es la referencia al alma en la narrativa del filme lo que también nos retrotrae a la doctrina filosófica antropocentrista (el hombre como centro del universo y la medida de todas las cosas). Y no se detiene ahí, pues pasa la idea de que un ser artificial creó la luz. Toda esa espléndida cinematografía es dirigida por Denis Villeneuve; un uso del lenguaje visual que puede parecer excesivo y que hasta se siente un ritmo ralentizado, pero que mirándolo bien es un modo de representación sencillamente de observador, de contemplar sin juzgar. Durante la primera parte del filme hay estimado didactismo, sin ninguna pretensión de generar juicio crítico, pero sin mucho apuro por ser verosímil. El resto hace inmersión en miradas antropológicas con bastante acción. En Netflix con ese título.
HHHH Género: Thriller futurista. Duración: 135 minutos