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¿Es posible armar el propio destino? Sí y no. Este filme muestra que esa carga es colectiva. En las relaciones que establecemos se muestra que somos corresponsables por todo lo que ocurre. La historia de este filme se desarrolla en la Francia invadida por las tropas nazis, y muestra cómo ocurren las cosas para que se dé el momento ideal para registrar cómo el fascismo saca lo peor del ser humano. No es que lo establece sino que nos hace notar que la naturaleza humana no ha cambiado y que lo que cambia son las circunstancias. El destino de uno es el destino también de los demás, y este viene dado por acciones sociales que revelan al ser que llevamos dentro y que bien puede hacernos una jugada adversa de las manos propias. Veamos la sinopsis: “París, 1942”. François Mercier es un hombre corriente que solo aspira a formar una familia con la mujer que ama, Blanche. También es el empleado de un talentoso joyero, el señor Haffmann. Pero ante la ocupación alemana, los dos hombres no tendrán más remedio que concluir un acuerdo cuyas consecuencias, a lo largo de los meses, alterarán el destino de nuestros tres personajes. Bien, hay una secuencia que inicia las mudanzas de los personajes cuando se intercambian los roles de obrero y patrón que notamos con este diálogo: Pregunta el expatrón: —¿Cuánto me pagará? —Lo mismo que usted me pagaba. Le responde el otrora obrero. Cada escena descubre una capa de los personajes, con sus motivaciones justificadas expresadas en diálogos sutiles que van delineando la cuasi magia del comportamiento humano y de sus creencias; por ejemplo la escena entre Haffmann y Blanche: —¿Cree en Dios? —No. Pero creo en el paraíso. —¿Y en el infierno? —No lo sé. Pero, por las dudas, es mejor obrar bien. De manera que cada escena es de una placidez inmensa. Y, por supuesto, estos tres personajes centrales brindan las herramientas para una actuación coral de chuparse los dedos. Se lucen al final de cada escena con diálogos finalizadores que les vienen como anillo al dedo, como aquel: —Todos tienen algún talento. Solo deben encontrarlo. O este otro: —La suerte es como la guerra. No dura mucho. O una frase premonitoria: —El miedo puede cambiar de bando. Obvio que la lección moral de quien escupe para arriba… o de quien a hierro mata… termina el filme con un toque de elegancia. En Netflix como Farewell, Mr. Haffmann.

HHHHH Género: Drama – II Guerra Mundial . Duración: 115 minutos .

Posted in Crítica Cine

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