En la entrada de la ciudad de La Vega en la región Norte o Cibao de la República Dominicana, la majestuosa escultura de Raúl Morilla, “Centinela”, se erige como una sinfonía de formas que desafían la estática realidad del entorno.
Con audacia y gran maestría la pieza devela movimiento y suntuosidad. A través del diseño no solo se encarna la esencia arquitectónica de su creador, sino que también se destaca como un sello de la identidad y la grandeza de la olímpica, culta y carnavalesca ciudad de La Vega.
Enclavada estratégicamente en la Plaza de los Presidentes, “Centinela” honra las ilustres figuras de Juan Bosch y Antonio Guzmán Fernández, nativos de La Vega; imponiéndose como un faro que proyecta su presencia distintiva a lo largo de la avenida Pedro A. Rivera. Esta obra monumental, concebida e ideada por el propio Morilla, no solo ilumina el paisaje urbano sino que redefine el carácter visual de la ciudad.
La escultura se concibe como una danza de metal y hormigón, fusiona la solidez con la fluidez en una coreografía que desafía la gravedad. Evocadora del flamboyán, símbolo característico de La Vega, la obra parece bailar con el viento mientras se eleva de manera señorial.
Morilla, quien además de arquitecto, es artista visual dominicano, demuestra su habilidad y talento para infundir vida en la materia, transformando el acero y el concreto en una expresión artística que palpita con vitalidad. El exterior de la pieza es esmaltada con pintura de uretano que la hace resistir a los embates del clima y el tiempo. Cuenta con 24 metros de altura, siendo la pieza en su especie más alta en la República Dominicana.
El conjunto, que abarca la escultura, la plaza y los elementos circundantes, revela la visión integral de Morilla como arquitecto y artista. Las líneas curvadas de la jardinería, la melodía suave de la fuente de agua, todo converge en “Centinela”, el guardián misterioso que se alza en una posición de poder y seguridad, y protege la ciudad con un aura de triunfo, gloria y honor.