Nunca estamos preparados para despedir a un ser querido y acostumbrarnos a la idea de que no le volveremos a ver físicamente. Es precisamente lo que hemos sentido al confirmar la noticia del deceso de nuestra querida y admirada Patricia Read Baquero, a quien nos unió no solo el amor por el arte, sino también su cercanía con la familia Cury, mi familia.
Hablar de la Ciudad Colonial en Santo Domingo, merecerá siempre una cita obligada a Patricia Read Baquero. Ella invadió la ciudad con su buen gusto como artista destacada, sobre todo en el área de la decoración de interiores. Una anfitriona exquisita, de un gusto y unas atenciones cálidas y cercanas.
Por medio de las obras de Patricia nos adentramos a un universo de color y fantasía, supo explorar en las bondades del Caribe como un espacio multicultural y multiétnico. Penetrar en los espacios que diseñó nos hace sumirnos en una experiencia sensorial extraordinaria, toda vez que supo cómo conjugar colores vibrantes en espacios memorables. Es así como los morados, los verdes, naranjas y azules, fundamentalmente, nos invaden psicológicamente y llenan nuestro espíritu de alegrías.
Sus calidades como arquitecta, artista visual y diseñadora combinadas con su buen hacer y obrar nos quedan como legado en todo cuanto pudo crear. Pero más allá de su obra, Patricia era una persona que irradiaba una calidez y humanidad que la hacían única. Su capacidad de conectar con las personas, de escuchar y ofrecer su apoyo incondicional, la hicieron una amiga invaluable y una figura querida por todos los que tuvimos la suerte de conocerla.
Patricia Read Baquero dejó una marca imborrable en el mundo del arte y en la vida de quienes la conocimos. Su memoria perdurará no solo en sus obras, sino también en los corazones de todos los que tuvieron el privilegio de compartir momentos con ella. Su pasión, creatividad y amor por el arte seguirán inspirándonos, recordándonos siempre que el verdadero arte reside en la capacidad de tocar el alma de las personas y transformar sus vidas.