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Desde hace años, Luis Muñoz se encuentra radicado en Berna, Suiza, pero con fuertes raíces en la República Dominicana, por medio de sus piezas lleva al espectador a un viaje introspectivo a través de sus paisajes acuáticos, donde el agua y los peces se convierten en metáforas del alma y de la nostalgia por su tierra. En las obras que integran Marejada, el mar no es solo un escenario, sino una entidad viva que habla, que palpita con las emociones con que han sido creadas.

Un aspecto notable de su obra es su habilidad para captar la interacción entre el consciente y el inconsciente. Muñoz no solo retrata el mar físico, sino que parece pintar sus sueños, sus reflexiones sobre la vida y el tiempo. Este diálogo entre el “ser y no ser”, como él lo describe, encuentra en la exposición una coherencia narrativa que invita al espectador a sumergirse en el flujo de la vida misma.

Si asumimos “marejada” como concepto, nos adentramos en un fenómeno que ocurre en el mar cuando se generan grandes olas o un fuerte movimiento del agua debido a factores como el viento, las corrientes oceánicas, o la presión atmosférica… El término también puede tener un sentido metafórico, refiriéndose a una “oleada” de emociones, ideas, o eventos que se presentan de forma repentina e intensa, tal como las olas que vienen en serie y con fuerza durante una marejada en el mar. En este contexto, la palabra es utilizada a menudo para describir situaciones de cambio o turbulencia.

Así las cosas, Marejada, en tanto título de la exposición, deviene revelador: pues se convierte en referencia directa de ambas acepciones desde ese mar Caribe que es protagonista en la obra de Luis Muñoz, donde su lar nativo siempre está expuesto, aludiendo igualmente a la metáfora de los ciclos emocionales que ha atravesado a lo largo de su carrera. Continuará.

Posted in Crítica Arte

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