Sin lugar a duda, una de las piezas que más llamó mi atención en el marco de la XXX edición de la Bienal Nacional de Artes Visuales de Santo Domingo, ha sido “La ‘bolita’” de la artista Lorraine Franco.
“La ‘bolita’” No es más que un adorno o pieza utilitaria para peinar el cabello, sobre todo de las niñas. Y, más que conocerlo con el nombre de “La ‘bolita’”, en mi imaginario recibe el nombre de gogó.
Por medio de esta pieza, Lorraine desafía el espacio y el tiempo, dándole cabida a un elemento que poco a poco se ha ido descartando entre las madres, dejando en el olvido una parte de nuestras tradiciones al momento de peinar a las niñas.
Lo que en un momento pudo ser grandioso y de un uso mayoritario, hoy se vuelve un simple recuerdo. De modo que lo que la artista procura, además de la recuperación de la memoria histórica, es que de una forma u otra, no echemos a un lado las tradiciones, no permitamos que nuestras niñas salten etapas, pues cada momento es muy importante en sus vidas.
Es increíble cómo un accesorio para el peinado puede ser un factor de cambio. En la medida en que generamos ciertas libertades sin que haya formación, vamos guiando a los más pequeños a que hagan lo que quieran, mientras que si prefíjanos un modelo de conducta, serán más fáciles de guiar.
La ‘bolita’ pasa a ser un objeto lúdico que Lorraine dimensiona en tanto arte escultórico, que procura abrir nuestras mentes al diálogo y a la reflexión.
Tal como advierte la propia artista. Su obra “refleja libertad y ligereza, pero detrás se oculta la vivencia difícil de una infancia profanada. Así como las bolitas se encuentran tiradas y olvidadas en el suelo, en la cotidianidad cientos de niñas son víctimas de la negligencia social frente a las adversidades y precariedades que reinan en su diario vivir. (…) “La ‘Bolita’’ juega con el deseo de soñar, con el deseo de ser niña, con el deseo infantil y natural de protección”.