La historia del arte encuentra concreción en las pictografías recreadas en las cuevas por las civilizaciones primitivas; es muy probable que quienes la hicieran no tuvieran claro cuál sería el fin ulterior de estas representaciones, entendidas en la actualidad como el origen del arte.
Pero, lo cierto es que la dinámica ha sido desde el principio del interior al exterior. Lo utilitario, ha encontrado un fin social y estético. Ahora bien, nos queda la interrogante de si ¿se venció el mito de la caverna? Cuestión esta que obedece a la existencia de un mundo sensible en el que priman las percepciones que nos llegan por medio de los sentidos, y el mundo inteligible, al que solo se llega por medio del uso exclusivo de la razón.
Traigo esto a colación, porque pareciera que nos arropa el mito y no atinamos a descubrir un universo de posibilidades a nuestro alrededor que nos permiten avanzar hacia la hoguera. Así, vamos perdiendo en el tiempo la posibilidad de preservar las obras que en su momento erigieron un conjunto de seres sensibles que, motivados por su visión del mundo, nos legaron un patrimonio que deviene en parte esencial para la memoria histórica.
Es de ese modo que hoy podemos encontrar referencias de los hechos del pasado, pues las imágenes y objetos que se conservan nos permite mantener viva la llama de nuestra identidad. Así como las culturas prehistóricas y prehispánicas fueron dejando las huellas de su modus vivendi, hoy por hoy se debe seguir adelante marcando siempre el camino, pues de otro modo sería imposible historiografiar un momento determinado.
Nuestro arte necesita cada vez más apoyo. Los artistas no pueden avanzar si sus producciones no son adquiridas. Se requiere de la participación activa del Estado y el sector privado para avivar el coleccionismo. Hay que luchar para que el arte sea siempre el medio por excelencia para registrar los acontecimientos importantes de nuestro tiempo y, para hacerlo, se precisa de una mayor inversión para preservar la cultura. Asumamos juntos el compromiso para no perder la memoria histórica.