Introducción
Vuelvo sobre el tema “Ricos y Riquezas”. Esta vez con temas y citas textuales de la Biblia. Todas las que tratan este tema. Son 58 subtemas en total. Utilizaré esta vez la “Biblia Temática” de Luis Godtssed, S. J., págs. 626-636, Buena Prensa, primera edición 2002. Entregaré todo el material en varios artículos.
- Vanidad de las riquezas
Salmo 49
“¡Oídlo, pueblos todos, escuchad, habitantes todos de la tierra, hijos de Adán, así como hijos de hombre, ricos y pobres a la vez!
Mi boca va a decir sabiduría, y cordura el murmullo de mi corazón; tiendo mi oído a un proverbio, al son de cítara descubriré mi enigma.
¿Por qué temer en días de desgracia cuando me cerca la malicia de los que me hostigan, los que ponen su confianza en su fortuna, y se glorían de su gran riqueza? ¡Si nadie puede redimirse ni pagar a Dios por su rescate! es muy cara la redención de su alma, y siempre faltará, para que viva aún y nunca vea la fosa.
Se ve, en cambio, fenecer a los sabios, perecer a la par necio y estúpido, y dejar para otros sus riquezas.
Sus tumbas son sus casas para siempre, sus moradas de edad en edad; ¡y a sus tierras habían puesto sus nombres!
El hombre en la opulencia no comprende, a las bestias mudas se asemeja.
Así andan ellos, seguros de sí mismos, y llegan al final, contentos de su suerte.
Como ovejas son llevados al seol, los pastorea la Muerte, y los rectos dominarán sobre ellos. Por la mañana se desgasta su imagen, ¡el seol será su residencia! Pero Dios rescatará mi alma, de las garras del seol me cobrará. No temas cuando el hombre se enriquece, cuando crece el boato de su casa.
Que, a su muerte, nada ha de llevarse, su boato no bajará con él. Aunque en vida se bendecía a sí mismo – te alaban, porque te has tratado bien, irá a unirse a la estirpe de sus padres, que nunca ya verán la luz. El hombre en la opulencia no comprende, a las bestias mudas se asemeja.”
Salmo 52, 8 Los justos lo verán y temerán, se reirán de él: “¡Ese hombre que no puso en Dios su refugio, mas en su gran riqueza confiaba, se jactaba de su crimen!”.
Proverbios 11, 4 Nada servirán las riquezas el día de la ira, más la justicia libra de la muerte.
Proverbios 11, 28 Quien confía en su riqueza, ése caerá; los justos brotarán como follaje.
Proverbios 15, 16 Mejor es poco con temor de Yahvé, que gran tesoro con inquietud. Mas vale un plato de legumbres con cariño, que un buey cebado con odio.
Proverbios 23, 4 No te fatigues por enriquecerte; deja de pensar en ello.
Eclesiastés 5, 15 También esto es grave mal: que tal como vino se vaya, y ¿de qué le vale el fatigarse para el viento?
Eclesiastés 6, 2 Un hombre a quien Dios da riquezas, tesoros, honores: nada le fata de lo que desea, pero Dios no lo deja disfrutar de ello, porque un extraño lo disfruta. Esto es vanidad y gran desgracia.
Eclesiástico 11, 18 Hay quien se hace rico a fuerza de engaño y avaricia, y ésta es la parte de su recompensa: cuando dice: “Ya he logrado reposo, ahora voy a comer de mis bienes”, no sabe qué tiempo va a venir; morirá y se lo dejará a otros.
Jeremías 17, 11 La perdiz incuba lo que no ha puesto; así es el que hace dinero, mas no con justicia; en mitad de sus días lo ha de dejar y a la postre resultará un necio.
Ezequiel 7, 19 Arrojarán su plata por las calles y su oro se convertirá en basura. No se saciarán más, no llenarán más su vientre, porque era ello la ocasión de su crimen.
Sofonías 1, 18 Ni su plata ni su oro podrán salvarlos en el día de la ira de Yahvé, cuando por el fuero de su celo la tierra entera sea devorada; pues él hará exterminio ¡y terrorífico! de todos los habitantes de la tierra.
Ageo 1, 6 Ustedes han sembrado mucho, pero cosecha poca; han comido, pero sin quitar el hambre; han bebido, pero sin quitar la sed; se han vestido, mas sin calentarse; y el jornalero ha metido su jornal en la bolsa rota.
Lucas 12, 15 Y les dijo: “Miren y guárdense de toda codicia, porque aun en la abundancia, la vida de uno no está asegurada por sus bienes”.
Lucas 12, 33… Háganse bolsas que no se deterioran, un tesoro que no les fallará en los cielos, donde no llega el ladrón ni roe la polilla…
Santiago 1, 10 y siguientes “…y el rico, en su humillación, porque pasará=como flor de hierba”.
Santiago 5, 2 y siguientes “Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados;” - Las riquezas, puesto en ellas el corazón, no sacian
Eclesiastés 5, 9 Quien ama el dinero, no se harta de él; y para quien ama riquezas, no bastan ganancias. También esto es vanidad.
Eclesiástico 31, 1 El insomnio por la riqueza consume las carnes; las preocupaciones que trae ahuyentan el sueño. Las preocupaciones del día impiden dormir: la enfermedad grave quita el sueño. Se afana el rico por juntar riquezas, y cuando descansa, se hastía de sus placeres.
39 Más vale la paz
que la riqueza sin paz
Proverbios 17, 1 y siguientes: “Mejor es un mendrugo en paz, que casa llena festines en querella.
Eclesiástico 31, 1 y siguientes: “El insomnio por la riqueza consume las carnes, las preocupaciones que trae ahuyentan el sueño.” - Dificultan la salvación si el corazón se apega a ellas
Mateo 6, 24 Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien, se entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al dinero.
Mateo 13, 22 El que fue sembrando entre los abrojos, es el que oye la Palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la Palabra, y queda sin fruto.
Mateo 19, 16 y siguientes “En esto se le acercó uno y le dijo: ‘Maestro, ¿qué he de hacer de bueno para conseguir vida eterna?’”
Mateo 19, 23 y siguientes “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Yo os aseguro que un rico difícilmente entrará en el Reino de los Cielos.”
Lucas 16, 13 “Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al dinero”. Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que amaban las riquezas, y se burlaban de él.
Conclusión
CERTIFICO que todas son citas textuales de a Biblia en el libro la “Biblia temática” de Luis Goodtssed, S. J.”
DOY FE en Santiago de los Caballeros a los diez y ocho días del mes de enero de dos mil veinticinco.