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Soy hombre de principios; he consagrado parte de la vida al estudio del derecho; amo, además, mi país, sobre todo, y es en nombre de mis convicciones jurídicas e impulsado por el más profundo sentimiento que levanto la voz en medio del silencio, para protestar contra la actitud que han asumido los Estados Unidos de América respecto de mi patria.
Américo Lugo, Protesta, Obras Escogidas I.
Con estas palabras publicadas en el periódico Listín Diario el 28 de abril de 1914 bajo el título de Protesta Américo Lugo critica la política intervencionista de los Estados Unidos hacia la República Dominicana y defiende la soberanía nacional.
La soberanía nacional será un tema clave en su pensamiento político. Su preocupación por la soberanía nacional y la crítica al imperialismo y a la política injerencista de Estados Unidos vienen de los años previos a la intervención militar de 1916-1924. Desde la Cuarta Conferencia Panamericana en 1910 en la que participó como representante de la República Dominicana, Lugo empezará a denunciar la progresiva injerencia de los Estados Unidos en el Caribe.
Entre 1911 y 1916 publicó una serie de artículos en el Listín Diario en los que proponía la realización de una serie de reformas que le permitiesen al Estado Dominicano mantener su integridad, llamando al pueblo a rechazar las pretensiones intervencionistas de Estados Unidos. En un artículo publicado el 28 de abril de 1914 en el periódico Listín Diario afirmó que “la falta absoluta de capacidad jurídica de parte de los Estados Unidos de América, así como de parte de cualquier otro Estado, para intervenir en la vida política del Estado Dominicano, era un punto capital, en el cual estribaba la conservación de nuestra soberanía”. Acorde a dicha afirmación, consideró que la República Dominicana debía abrazarse al principio de no intervención y oponerse firme y resueltamente a la política intervencionista yanqui.
Consumada la intervención de Estados Unidos en República Dominicana en 1916 desarrolló una intensa campaña de carácter nacionalista y en defensa de la soberanía nacional con el objetivo de lograr la desocupación inmediata del territorio dominicano.
El eje que articuló todo su discurso en el contexto de la ocupación militar será el derecho del pueblo dominicano a su autodeterminación. En ese sentido, en el centro de sus críticas a la ocupación militar norteamericana se encontraba el concepto de soberanía a la que consideraba como un depósito sagrado que la República recibió de Dios y que nadie podía disponer de ella. En su visión la soberanía mancillada por Estados Unidos adquiere un valor absoluto. En esa perspectiva cualquier otra forma de existencia de la República basada en la dominación externa, resultaba inaceptable. Esta afirmación queda expresada cuando Lugo afirma que “el pueblo dominicano…no necesita ni acepta tutores, ni se siente dispuesta a tolerar, sin protesta, que ninguna voz extraña se alce, arbitraria y despótica dentro de sus domésticos muros”.
Consideró que a pesar de estar ocupado el territorio dominicano seguíamos constituyendo un Estado soberano, lo cual conducía al desconocimiento de cualquier otra autoridad política, que no fuera dada por el pueblo dominicano.
La defensa de la soberanía nacional no solo se desarrolló en el plano de las ideas, sino que también se tradujo al terreno práctico, coherente con los principios que hasta ese momento lo habían convertido en una figura ejemplar en términos de la conducta moral. Por su incansable campaña periodística y sus disertaciones en contra de la ocupación militar fue detenido y sometido en 1920 por la Alta Comisión Militar. Allí, siguiendo los principios que hasta entonces había enarbolado de desconocer la jurisdicción de los ocupantes en territorio dominicano afirmó: “en mi calidad de ciudadano dominicano, no puedo reconocer en la República Dominicana la existencia de otra soberanía sino la de mi patria. Toda suplantación de esta soberanía sea cual fuera el principio invocado, no es ni será a mis ojos sino un hecho de fuerza. Por consiguiente, y puesto que creo que no he cometido ningún delito y que no puedo reconocer ninguna jurisdicción sobre este tribunal, no he venido a defenderme: he comparecido solamente obligado por la fuerza”.
La acusación y el pago de una fianza de $300.00 no amedrentó el espíritu nacionalista de Lugo quien se desplazó por las principales ciudades del país (Santiago, Puerto Plata, San Pedro de Macorís y Montecristi) impartiendo conferencias en las cuales condenaba la ocupación militar norteamericana, además de intervenir en numerosas manifestaciones nacionalistas tanto en el país como en el exterior.
En su visión, la ilegalidad de la intervención militar indicaba que el gobierno de intervención no tenía ninguna prerrogativa jurídica y por tanto el pueblo dominicano permanecía teniendo un Estado soberano, y no reconoce ni puede reconocer otra autoridad política, dentro de su propio territorio, sino la de los poderes que él mismo se ha dado de acuerdo con sus propias leyes.
El 20 de marzo de 1920 formó junto a un grupo de intelectuales la Unión Nacional Dominicana cuyo objetivo era el de la reintegración de la República Dominicana en su antigua condición de Estado absolutamente libre, independiente y soberano. Para esta organización volver a la situación jurídica y política anterior a la intervención, suponía considerar como ilegal la ocupación militar de los Estados Unidos de América los cuales carecían, en absoluto, de derecho para ocupar militarmente la República Dominicana, y menos para permanecer en ella.
Se opuso a los planes de desocupación incluyendo el Plan Hughes-Peynado que fue el que puso fin a la ocupación militar.
Consideró que con el Plan Hughes–Peynado se reconocía el derecho de intervención de los Estados Unidos y validaban sus acciones. A través del periódico Patria desarrolló toda una campaña en contra del Plan y defendió hasta el final la desocupación ‘‘pura y simple’’ del territorio nacional de las fuerzas militares estadounidenses. Exigió cada vez que tuvo la oportunidad como periodista, como orador, como jurista y escritor que los dominicanos no podían ni tenían que pactar con los invasores para quienes solo tuvo una fórmula; desocupación pura y simple del territorio nacional.
Con su accionar en defensa de la soberanía nacional en el terreno de la política, el derecho y las ideas, Américo Lugo se convirtió en uno de los máximos exponentes del nacionalismo dominicano en el contexto de la intervención militar de Estados Unidos de 1916-1924.
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Américo Lugo, “Protesta de la Unión Nacional Dominicana”, en Obras escogidas 3, Santo Domingo, Corripio, 1993, p. 105.
Vetilio Alfau Durán, Antología de Américo Lugo, Ciudad Trujillo, Librería Dominicana, 1949, p.10.