Por: Tracy Francis. Managing Partner de América Latina. McKinsey & Company.
En los próximos días los ojos del mundo de los negocios estarán en América Latina por la Cumbre del B20. En este cuarto de siglo, la región no aprovechó al máximo tendencias globales como el boom del comercio internacional, la llegada de tecnologías digitales o iniciativas para lograr una mayor estabilidad económica. Otras regiones, como el Sudeste Asiático y China, sí lo hicieron. Pero, si América Latina transita por el camino correcto en los siguientes años, logrará impulsar sus activos y reforzar un crecimiento sostenible e inclusivo en la región. ¿Cómo desbloquear todo su potencial?
El potencial de América Latina: promover productividad e impulsar comercio
Para mantener un estatus de competitividad en un escenario global cada vez más complejo, América Latina necesita aumentar su productividad. Los últimos 25 años fueron marcados por un “milagro” en términos de productividad en el mundo, con una media global que se multiplicó por seis, de siete mil dólares a 41 mil dólares. Pero en América Latina, el crecimiento de la productividad ha sido relativamente lento, pasando de 37 mil en 1997 a 43 mil dólares en 2022. Además, el crecimiento del capital por hora en China se cuadruplicó entre 1997 y 2020; en América Latina, creció menos del 30% en los 25 años completos, según un reporte del McKinsey Global Institute de enero de 2024[1].
¿Qué se puede hacer? Las estrategias clave deben centrarse en infraestructura, diversificar la economía y aumentar la inversión, tanto interna como extranjera directa. Esto es crucial para reestructurar la economía (agregar valor a los productos básicos, exportar servicios digitales, mejorar la infraestructura para lograr ciudades inteligentes y sostenibles) y dar mayor estabilidad a las instituciones rectoras (bajar informalidad laboral, fortalecer la cooperación intrarregional, ofrecer mejor educación y capacitación para el futuro).
De la mano de lo anterior, la región puede (y debe) posicionarse como un corredor clave del comercio global y desempeñar un papel más importante como facilitador de Sur a Norte y de Este a Oeste. El McKinsey Global Institute apunta[2] que, en el año 2000, Estados Unidos era el principal socio comercial de casi todos los países de América Latina. Sin embargo, entre 2000 y 2021, su comercio con China creció 28 veces, convirtiéndose en el principal socio comercial de la mayoría de los países sudamericanos —Estados Unidos sigue siendo el principal socio comercial de México y América Central—.
Al mismo tiempo, puede (y debe) beneficiarse del nearshoring, principalmente con América del Norte, con un potencial de 78 mil millones de dólares (64 mil millones en bienes y 14 mil millones en servicios). En particular, México, Centroamérica y el Caribe tienen la proximidad y los fuertes lazos comerciales para aprovechar al máximo esta tendencia.
La promesa de América Latina: afianzarse como punta de lanza en net zero y alimentación
América Latina genera el 60% de su electricidad a partir de energías renovables (el doble del promedio mundial), lo que la convertiría en un productor importante y de bajo costo de hidrógeno verde y derivados. Además, posee el 50% del litio del mundo, el 36% del cobre y el 16% del níquel —Brasil es reconocido por tener una de las mayores reservas de las denominadas tierras raras fuera de China; Chile es el principal exportador de cobre—, y el 50% de su biodiversidad y el 23% de sus bosques son vitales para la estabilidad climática global: no por nada cinco de los 12 denominados países megadiversos se encuentran en América Latina, liderados por México.
Además, la región puede ofrecer seguridad alimentaria global en medio de los crecientes desafíos provocados por el cambio climático y las disrupciones en las cadenas de suministro. América Latina es, hoy por hoy, el mayor exportador neto de alimentos en el mundo y puede posicionarse como líder global en la demanda de alimentos ricos en nutrientes con miras a los siguientes 25 años.
El futuro de América Latina: entorno digital y ecosistema empresarial
América Latina se está volviendo cada vez más digital. En las últimas dos décadas, la región ha visto un aumento prominente en el uso de internet (del 10 al 75%) y en tecnología financiera, principalmente en la adopción de pagos digitales y móviles (un aumento del 340%, de 2017 a 2023). Sin embargo, enfrenta desafíos, como la lenta adopción de las más nuevas tecnologías para traducir estos avances en un crecimiento más amplio de la productividad.
Asimismo, cuenta con un ecosistema empresarial dinámico. La inteligencia artificial generativa, tecnología que puede estimular significativamente la productividad económica global agregando entre 2.6 y 4.4 billones (trillions en inglés) al año, emerge rápidamente como una herramienta fundamental de startups, particularmente en los sectores de tecnología financiera y comercio electrónico. De hecho, después de China e India, Brasil es la mayor economía emergente en términos de unicornios, con alrededor de 20, y puede ser la punta de lanza para catapultar a otros países en esta dirección.
El liderazgo inspirador y la creatividad: el motor de las empresas
Todo esto coloca al sector privado en una posición única para impulsar el crecimiento económico y la productividad. Es una oportunidad única para hacer valer su liderazgo a través de la creatividad y posicionamiento, mediante inversiones estratégicas en infraestructura, tecnología y capital humano. Al mejorar la infraestructura, especialmente en el transporte, el sector privado aumenta el comercio regional y facilita el acceso a mercados globales. Además, las inversiones digitales, como en IA y 5G, son clave para desbloquear la productividad, y requieren un ecosistema de talento calificado y procesos de gestión robustos. La innovación es igualmente importante, con el sector privado impulsando avances a través de centros de I+D, creando entornos que satisfacen las necesidades del consumidor y promueven la sostenibilidad.
El sector privado también puede liderar el camino en el desarrollo de soluciones innovadoras, como apoyar a empresas emergentes e invertir en centros tecnológicos que impulsen mayor innovación. Esta iniciativa puede reducir brechas de infraestructura de la región y mejorar la conectividad, crucial para la integración económica y el acceso a mercados globales. La acción desde la iniciativa privada puede así participar con el sector público para promover la inclusión económica y permitir una participación más amplia en la economía digital. La clave es que el sector privado de la región no deje de hacerse las preguntas importantes: ¿Cómo reasignar capital de manera dinámica y abandonar sistemas heredados que ya no son productivos? ¿Qué se necesita para duplicar la inversión en América Latina? ¿Cómo gestionar el equilibrio entre invertir en nuevas áreas y descontinuar sistemas heredados que pueden ser improductivos o costosos? ¿Cómo construir resiliencia frente a la inestabilidad geopolítica y aprovechar las dinámicas cambiantes del comercio?
Las claves del momento de América Latina están al alcance
América Latina está al inicio de una nueva era, a pesar de un pasado con desafíos pendientes. Todos estos elementos son puntos que la región puede promover en la Cumbre del B20 en Brasil y que muestra su verdadero potencial y su cara “real”: una llena de talento capaz, cálido y multicultural, pero también una a tope de innovación, nearshoring, transición energética y un ejemplo global de desarrollo y aplicación de la IA.
Es momento de que América Latina ofrezca la oportunidad de forjar un futuro próspero aprovechando sus activos únicos para promover un crecimiento sostenible e inclusivo y alcanzar su máximo potencial.