Diez funciones en la Sala Máximo Avilés Blonda de Bellas Artes han permitido que lo vean más de cuatro mil personas

En el año 2018, Amaury Sánchez había realizado el musical. Ahora José Llano lo produce para registrar que la obra musical de ABBA sigue en el gusto popular.

Sánchez y Llano pertenecen a los poquísimos productores que siguen al pie de la letra las reglas del teatro musical, que incluye, sobre todo, música en vivo, para lo cual Llano ha echado mano de Junior Basurto Lomba, que ha dirigido una banda de nueve instrumentistas, entre ellos cuatro tecladistas, dos guitarras, un bajo, una batería y percusión menor, y obviamente, las compañeras secuencias.

Por cada función deben haberse pagado seis mil dólares de derechos. El musical ha dado trabajo aproximadamente a un centenar de personas que han estado ensayando durante meses, para lograr un producto que bien podría ser exportable, si los derechos adquiridos para poner la obra lo permitiesen. Pasa que 10 funciones en la Sala Máximo Avilés Blonda de Bellas Artes, equivalen más o menos a tres en el Teatro Nacional. Si los costos andan por alrededor de los 14 millones, puede que la recaudación por taquilla se quede corta, a pesar de que Mamma mía! ha estado sold-out durante todas las funciones y ha tenido patrocinios.

El musical basado en la versión fílmica del 2008, guión de Catherine Johnson, tiene dos rostros principales. Uno es la jovencísima Sofía Reyes, que se ha presentado anteriormente en otros musicales y hasta en el cine. Pero siempre recordará la Sophie Sheridan que ha hecho junto a Denise Quiñones, quien antes en Puerto Rico hizo de Sophie y ahora aquí, años después, asume a Donna. Si la voz de Denise es la de una mezzo casi contralto, que fue volviéndose más prístina a medida que fue entrando en temperatura, la de Sophie es la de una soprano transparente, que fluye clara, nítida, cristalina. Y si a eso le sumamos su belleza y lozanía, estamos ante una verdadera estrella que, desde el punto de vista vocal llevó -nunca mejor dicho- la voz cantante del musical Mamma mía!

Hay que destacar la labor de Paola González en la dirección vocal. En especial, además de las dos ya mencionadas, una desenfadada y creativa Laura Leclerc (Rosie), responsable junto a una Laura Rivera (sorprendente, fuera de su zona de confort), de algunos de los momentos más desopilantes de la obra. Así mismo en el veterano José Guillermo Cortines, que asume a Sam Carmichael, un lujazo de actor, que logró junto a Denise uno de los momentos picos de la obra, cuando está junto a ella, que canta Hay solo un ganador, mientras él hace su parte en silencio con un notorio y palpable intercambio de energías.

Luis José Germán aporta un personaje cómico (Bill) junto a Laura Leclerc, quizás un poco cantinflesco, pero no por eso menos valorable. Y Máximo Martínez da un convincente Harry Bright hasta el mismísimo momento en que sale del closet, algo de lo cual no logra construir una transición. Destacables también Carla Hernández y Carolina Jiménez en sus roles respectivos.

La parte actoral más floja está en las figuras jóvenes masculinas. Guille Martin y Jhonatan Ortiz no logran que sus roles sean lo suficientemente masculinos. Eso, sin mencionar los buzos. Tampoco un Juan Luis Espinal, dueño de un regio currículo, quien resulta gris ante el brillo de sus contrapartes y tal vez no debió ser seleccionado para un rol en el que quedó evidentemente por debajo. En general el amaneramiento no es consustancial con el espíritu de la obra, y por tanto solo está debidamente justificado en Harry Bright.

Pepe Sierra tiene un cameo aceptable que no le aporta nada a su carrera

Aplausos para la escenografía y para sus movimientos, conceptualizada en líneas onduladas o rectas inclinadas y el color blanco característico del Mediterráneo. Se logran muy ágilmente los cambios de ambientes y la iluminación es eficiente. Válido el ambiente creado para la pesadilla de Sophie, que enriquece la definición psicológica del personaje.

Otro elemento de relieve es el diseño de vestuario de un Marco Malespín que se ha convertido en la figura más destacable de ese departamento en el mundo teatral dominicano.

Mamma mia logra conmover, y provoca aplausos y ovaciones. Y sin dudas, aparte de lo señalado (que no es más que un punto de vista probablemente equivocado), es un excelente producto estético, donde se confirma la pericia de los artistas dominicanos a partir de una historia y una música universales. Con lo que se corrobora que República Dominicana sigue haciendo uno de los mejores teatros musicales de hoy en Latinoamérica. Algo que debería ser de lo más atendible de la política cultural dominicana, a la hora de hablar de industria naranja. Imaginemos que hubiese una sala teatral solo dedicada al teatro musical todo el año, e incentivos (palabra que cuando se escribe algunos ven el diablo) para su exportación. Pero esa es una conversación para la cual, probablemente, no estemos preparados.

Escena de la obra.

Mamma mía!

Música y letra: Benny Anderson y Björn Ulvaeus
Libreto: Catherine Anderson
Producción ejecutiva: José Llano
Dirección general: María Castillo
Dirección musical: Junior Basurto Lomba
Dirección vocal: Paola González
Escenografía: David Minguez y Ángela Bernal
Diseño de vestuario: Marcos Malespín
Actuaciones: Sofía Reyes, Denise Quiñones, Laura Leclerc, Laura Rivera, José Guillermo Cortines, Luis José Germán, Máximo Martínez y Juan Luis Espinal

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