Estuvo invitado en el concierto Francisco Céspedes Sinfónico y ovacionado, puso el público de pie

Gallego como las empanadas, Enrique Ramil (Ares, La Coruña1984), ganador del concurso de Viña del Mar, y de algunos realitys de música, fue la gran sorpresa de la noche del sábado, invitado por Francisco “Pancho” Céspedes, como parte del primer concierto sinfónico de su vida, celebrado en el Teatro Nacional Eduardo Brito. Enrique demostró ser dueño de una de las mejores voces que pisó el escenario de la Sala Carlos Piantini en los últimos años. Enfundado en un vestuario la mitad femenino, logró impactar a uno de los públicos más difíciles. Esta, a elCaribe es la primera entrevista a un medio dominicano.

¿Cómo, en un pueblito gallego de 4,000 almas, comenzó Ud. a explorar sus capacidades musicales?
Yo empecé a cantar en el coro de la iglesia con tres añitos. Mi mamá era la directora de ese coro. Ya crecí con música. Mi abuela estaba en la coral polifónica del pueblo. Mi familia, todos: mi tía daba clases de solfeo; tengo otra tía que es abogada, que estudió ballet hasta que se hizo abogada; otra prima mía es violinista; tengo un primo que es clarinetista, mi tío Manuel es productor, es pianista-tecladista de grupos de heavy metal sobre todo. Mi abuelo fue taxista y después compró un camión e hizo una empresa de materiales de construcción. Mi familia siempre fue muy trabajadora, y tenemos la suerte de haber nacido en una familia que además de los valores, nos apoyaron siempre en la trayectoria. Y tuve la suerte también de que no fui el primer músico. Con 20 años me fui a ver a Madrid. Empecé a formarme ya en el escenario. Me salía cualquier trabajo y aparte de trabajar en un restaurante y paseando perros y todo eso, pues cada vez que había una oportunidad yo iba.

¿En ese 2004 que se fue a Madrid, fue huyendo del pueblo??
No, huyendo no. Simplemente que no había oportunidades aunque podía estudiar música en el conservatorio. Uno se puede hacer músico en el conservatorio, pero lo de ser artista va por otro sitio. Y entonces empecé a estudiar teatro, pero sentí que me quedaba pequeño… No de mentalidad, porque mi familia… yo toda mi vida me expresé libremente. Nunca tuve ningún problema… Sí que ahora hay otro tipo de oportunidades. Después de muchos años regresé y tuve una escuela de canto en mi propio pueblo y ayudé mucho a las nuevas generaciones. Pero me había ido por las oportunidades que entonces no tenía. Yo estudiaba diseño de moda, y cuando llevaba dos años me di cuenta que me quedaban dos más, pero yo ya quería cantar. Y mi mamá quería que yo lo tuviera como un plan B por si no me iba en la música, pero ahí fue como un salto al vacío. Le pedí que tuviera fe, porque no quería gastar mi tempo ni su plata. Que al final es de lo que se trata. Con 20 años tienes toda la energía y el aprendizaje lo puedes ir tomando. Pero no me quería ver ahora con 40 años pensando: ‘me tenía que haber atrevido en lugar de seguir estudiando’. Y cuando llegué a Madrid empecé a estudiar teatro musical, danza, cantos también diseño gráfico. Que en aquel momento yo me hacía mis páginas web, mis diseños, el vestuario también.

A eso iba, ¿que si Ud se diseña incluso hoy su propio vestuario??
Todo. Lo que hago es que me voy a las tiendas de telas, y me compró las piezas que me gustan o que van conmigo y mi mensaje también. Después hago dibujos, llego a mi casa y se lo llevo a Mercedes, una modista que vive en mi pueblo que es vecina mía de siempre. Ella me hace el vestuario, pero ya le llevo la idea, el diseño. La verdad es que es bonito eso, que ya tengo todo cerca, a un paso. Me compro telas en Mami, en Londres. Hay una parte de la maleta que es para telas. Como decimos en España, me ha servido mucho ser un artista Juan Palomo: “Yo me lo guiso, yo me lo como”. Y es algo que me ha venido bien, sobre todo para poder tener esa independencia artística.

¿Hay mucha diferencia de como se imagina en escena, a como se ve?
No. Simplemente hay como una especie de ampliación de mensaje. Siempre dentro de mí digo que soy un leñador con alma de señora. Y es algo que en m vida daría también lo soy. El físico que tengo parece que voy a agarrar un hacha y voy a empezar a cortar árboles. Y después por dentro… imagínate que crecí viendo telenovelas a escondidas. Crecí con ese drama, con las princesas Disney que me encantan de siempre. Y siempre tuve esos gustos femeninos, pero no a nivel exterior, porque soy un señor con barba y con pelo y todo. Pero sí, lo que hago en escena es exaltar eso. No es un personaje digamos. Pero en el escenario sí me maquillo, me pongo mis uñas, mis joyas, pero no dejo de ser una figura masculina….

¿Nunca le dio por hacer La Mujer Barbuda?
No. Y mira que me lo han dicho… Lo que me ha pasado es que en mi casa me vestía con ropa de mi mamá y me ponía a Rocío Jurado, o Rocío Durcal, Paloma San Basilio, Nana Muskuri. Me gustaba jugar con eso, pero no por sentirme mujer, sino por esa especie de curiosidad por la feminidad. Y como no tuve prejuicios en el entorno ni nada, pues lo pude investigar. Y después de varios programas de televisión, me presenté a uno -Tierra de talento-, que me dijeron ven como quieras, canta lo que quieras, vístete como quieras. Ahi ya pensé déjame escuchar adentro a ver qué me apetece. Y fue conectar con el niño que se ponía en el espejo en su casa a cantar Rocío Jurado. El ingrediente que me faltó fue ese: el escuchar tu voz interior. Porque mucha gente me decía ponte esto que está funcionando ahora, canta esto que le va a gustar a la gente. Y de repente cuando me hice caso a mí fue que explotó todo. Gané Viña del Mar también. Y fueron cosas, paso a paso.

¿Qué tipo de música le gusta? Veo que hace varios géneros.
Crecí con mucha mezcla. Me gusta por mi tío el heavy metal, el metal progresivo. Me gusta escucharlo, no me da por cantar eso. Cuando tenía 11 o 12 años murió Ella Fitzgerald. En misa el cura dijo “vamos a rezar por su alma”. Y la música que acompañará el servicio de hoy va a ser su música. En la iglesia, imagínese. ¡Para mí fue…! Llegué a mi casa y le pregunté a mi tío si tenía su música. Y ahí descubrí el jazz.

Me enamoré de Sarah Vaughan, Patsy Claine, Nina Simone. Luego descubrí a Sinatra, entré en los crooners. Cole Porter. Fui creciendo y seguía haciendo las señoras, porque me gustaban las divas del jazz.

Me gustaba mucho todo lo de la Fitzgerald cuando se ponía a jugar con la voz, que no cantaba ni notas.

Y luego de mayor me especialicé en eso. Yo daba clases de scat singing en la Escuela de Músicos de Lugo.

Y por la edad que tenía también escuchaba Space Girls, Backstreet Boys, etc. Y por mi mamá y mi abuela escuchaba a María Dolores Pradera, Rocío Durcal, Violeta Parra. Crecí con esa mezcla tan maravillosa. Y también fue muy importante el maestro Pancho Céspedes, porque la primera vez que me subí a un karaoke fue para cantar Remolino, que es la que canto con él cuando compartimos. Esta es la tercera vez que lo hacemos juntos en un concierto suyo. Porque para mí ya él era la mezcla de todo eso.

Posted in A & E

Más de gente

Más leídas de gente

Las Más leídas