No estamos a borde del abismo, ni inmersos en un caos económico y social. Cuando las naciones atraviesan los tiempos políticos, existe una tendencia natural a la exageración. Debemos ser cuidadosos. Cuando abrazamos afirmaciones y frases extremistas, sin proponérnoslo, no sólo erosionamos nuestra credibilidad, sino que inducimos a muchos a que nos suban el vidrio.
Las frases catastróficas y pesimistas no encuentran sustento en las estadísticas que hoy acompañan este breve artículo. Tampoco lo encuentran en las decisiones que toman inversionistas extranjeros que cada día valoran más la estabilidad económica, social y política de nuestro país y por ello aceptan recibir tasas de interés cada vez más bajas por nuestros bonos globales. Hace unos días aceptaron, por un bono de 40 años, una tasa de interés menor que la exigida por el de 30 años emitido en 2019. Tampoco lo encuentran en inversionistas extranjeros que siguen incursionando en todos los sectores de nuestra economía, incluyendo el turismo. Mientras los “fake news” atentan contra nuestra nación, los inversionistas extranjeros, como mostró la semana pasada el nuevo Club Med en Miches, ripostan con más inversiones. La fábrica de frases catastróficas y pesimistas tampoco hace mella en las decisiones de los empresarios dominicanos, quienes a diario anuncian nuevos proyectos de inversión que reflejan una apuesta a favor de la continuación del progreso económico, social e institucional que ha acumulado el país. Los anuncios de un nuevo complejo que combina hotelería, centro de convenciones y centro comercial en Santiago, a ser realizado por el Grupo Ágora, y el proyecto de instalación de 500 cargadores eléctricos para vehículos en diversos puntos del país que ejecutará Interenergy, son dos ejemplos recientes.
Nuestra nación es el fruto del trabajo y el esfuerzo de todas las generaciones que nos antecedieron. Nuestros antepasados aportaron a la construcción de la República Dominicana que conocemos hoy. Cuando hablamos mal de nuestro país, estamos denostando el sacrificio y el sudor de todos los que nos antecedieron. Cometemos una gran injusticia cuando lo hacemos. Ampliamos la audiencia si reconocemos que tenemos un país que ha progresado mucho, pero que sus mejores días están todavía por venir. Convenzamos a los votantes de que tenemos las mejores ideas y acciones para continuar y acelerar nuestro progreso. Nada contribuiría más al bienestar del pueblo dominicano que una sucesión de gobiernos democráticos cada vez mejores.