Antes de que aparezca algún loco que entienda que puede haber una oportunidad para reducir de manera espectacular la deuda pública aprovechando la falsedad del cisne negro que proyectan los estados financieros consolidados del sector hotelero radicado en la República Dominicana.
Hace unos días, los representantes del sector hotelero dieron a conocer las extraordinarias cifras sobre el sector publicadas por el World Travel & Tourism Council en el Economic Impact 2017: Dominican Republic. Según ese informe, la contribución total del sector turismo al PIB en el 2016 alcanzó US$12,500 millones, equivalente a RD$575,100 millones, el 17.3% del PIB. Agrega que los ingresos de divisas generados por el turismo en el 2016 ascendieron a US$6,993.7 millones, 4% más elevados que los US$6,723.3 millones estimados por el Banco Central (BC).
La rascadera del cráneo comienza, y no termina cuando al mismo tiempo la DGII publica que los ingresos brutos totales declarados por el sector Hoteles, Bares y Restaurantes en el 2016, apenas fueron US$2,792.8 millones. Cuando dejamos a bares y restaurantes fuera del cálculo, tenemos que la estimación preliminar de los ingresos brutos totales declarados a la DGII por los hoteles en el 2016 alcanzaron RD$103,849 millones, unos US$2,248 millones. En otras palabras, apenas el 33.4% del total de los ingresos de divisas generados por el turismo estimados por el BC. La brecha entre los ingresos de divisas estimados por el BC y los declarados por los hoteles a la DGII, 66.6% (zafa!) está muy por encima de la que podría ser explicada por otros gastos realizados por los turistas, más aún si se tiene en cuenta que el modelo “todo incluido” es el predominante en la industria.
No hay que dar muchas vueltas. Los hoteles no están declarando a la DGII la totalidad de los ingresos brutos que reciben. Para demostrar la veracidad de la afirmación anterior, observemos los absurdos resultados que emanan cuando calculamos las relaciones de impuestos pagados por los hoteles como porcentaje de los ingresos brutos de los hoteles y del PIB de los hoteles. En el 2016, el impuesto sobre la renta pagado por los hoteles equivalió al 2.40% de los ingresos brutos de los hoteles. En cambio, para ese año, el impuesto sobre la renta pagado por los hoteles representó el 1.19% del PIB. O sea, el PIB hotelero fue mayor que los ingresos brutos de los hoteles. Véase ahí el maco. Dado que el PIB de los hoteles es el valor agregado del sector, es imposible que los ingresos brutos, que suman no solo el valor agregado de los hoteles sino también el añadido por otros sectores y personas físicas en sus transacciones con los hoteles, sean más bajos. En consecuencia, los ingresos brutos declarados por los hoteles están definitivamente muy subvaluados. El mismo resultado se obtiene cuando el ejercicio se realiza con el Itbis. El Itbis pagado por los hoteles como % del PIB de los hoteles fue de solo 5.11%. En teoría debió ser 18%. Cuando se calcula como % de los ingresos brutos declarados, salta a 10.26%. Un absurdo que solo puede ser explicado cuando los ingresos brutos declarados a la DGII por los hoteles lo transparentan todo, menos la verdad.
La otra vía de demostrar la subvaluación de los ingresos brutos de los hoteles es analizando el EBITDA consolidado de los hoteles. La DGII ha publicado los estados financieros consolidados de los hoteles para el período 2007-2015. A partir de los mismos podemos calcular los beneficios antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización (EBITDA) para cada año y convertirlos a dólares. El promedio anual del período 2007-2015 para la totalidad de los hoteles fue de US$132 millones, y para el 2013-2015, US$255 millones. Sé que los lectores empresarios pertenecientes a otros sectores deben pensar que soy un mentiroso. Hagan el ejercicio antes de asociarme a la mentira.
¿Qué implica lo anterior? Que si el Gobierno contratara a Aswath Damodaran, de la Stern School of Business de New York University, una de las máximas autoridades a nivel mundial en valoración de empresas, para que le valore todo el sector hotelero radicado en el país, Damodaran, rápidamente, con el múltiplo de 12.35 de enero de 2016 para la relación EV/EBITDA (Valor de la Empresa/EBITDA) de la hotelería en mercados emergentes, respondería que el valor sería de US$1,634 millones si se utiliza el EBITDA promedio del 2007-2015, y US$3,149 millones si se utiliza el del 2013-2016.
Aquí es donde podría aparecer un economista loco que le recomiende al Presidente lo siguiente: “El cisne negro representado por un sector que dice perder dinero pero invierte todos los años en nuevos hoteles es falso. Emita un bono por US$1,634 millones, compre todo el sector hotelero. Contrate un operador internacional para que se lo administre un año. Y cuando se vea que el EBITDA consolidado no es US$132 ni US$255 millones sino US$1,750 millones, vendemos todo el parque hotelero por US$21,600 millones. Pagamos el bono de US$1,634 millones y reducimos la deuda pública en casi US$20,000 millones.”