Recientemente, los procesos constructivos en la ciudad de Santiago de los Caballeros han sufrido un duro revés, y han llamado a la atención de la población, en vista de que una nueva excavación, para una construcción, realizada en materiales arcillosos, fue excedida en profundidad y verticalidad, y en presencia de humedad sufrió un colapso brutal en momentos en que trabajadores habían comenzado a laborar justo al pie de la profunda excavación vertical, dejando un saldo fatal de 5 muertes y 2 heridos, lo que ha obligado a la prensa y a la población a recordar aquel colapso fatal de un cine que en su etapa final de construcción colapsó porque las arcillas de uno de sus cimientos se ablandaron por el ascenso del agua subterránea durante un período de lluvias torrenciales, y, al perder las arcillas su capacidad portante, una zapata aislada se deslizó lateralmente, la columna que estaba montada sobre esa zapata se desplomó, y el resto del edificio cayó en efecto de dominó, dejando un saldo fatal de 7 muertes, y aunque es doloroso recordar aquella tragedia circunstancial, la prensa la ha recordado por entender que es necesario correlacionar aquella vieja tragedia con la nueva tragedia que acaba de ocurrir en Santiago, luego de que hace apenas 2 meses otra profunda excavación que se realizaba en arcillas, justo al lado del Centro Materno Infantil, también colapsara por su profundidad y verticalidad.
Al pasar revista a lo ocurrido en cada uno de esos tres derrumbes que se han producido en la ciudad de Santiago de los Caballeros, es evidente que no estamos entendiendo qué son las arcillas, ni mucho menos estamos entendiendo el comportamiento de las arcillas.
Es importante destacar que las rocas ígneas son materiales primarios litificados en la corteza terrestre a partir de un proceso de enfriamiento rápido de un magma viscoso, el cual genera rocas volcánicas tan resistentes como la andesita o el basalto; o a partir de un proceso de enfriamiento lento de la masa magmática viscosa que genera rocas intrusivas de muy alta resistencia, como el granito, la granodiorita, o la diorita; sin embargo, del lado contrario, las arcillas no son materiales primarios, sino materiales secundarios generados por un proceso de degradación por meteorización de rocas preexistentes, es decir, por efecto de la radiación solar y el agua sobre rocas expuestas en la superficie terrestre, o por la alteración que se genera cuando las rocas calientes vecinas, y la humedad, generan expansión y contracción de los silicatos constituyes de rocas preexistentes hasta terminar siendo simples desechos muy finos, desechos cuyas propiedades físicas nunca serán, ni remotamente, similares a las de las rocas primarias, pero en Santiago se excava verticalmente y profundamente en arcillas como si se tratara de rocas.
Las arcillas, por ser finos desechos resultantes de los procesos de meteorización, o de alteración, y por estar integradas por aluminosilicatos, es decir, por silicatos residuales ricos en aluminio, tienen propiedades muy particulares como la cohesión que une transitoriamente a las partículas, pero sin cementarlas; la plasticidad que permite su fácil deformabilidad en presencia de humedad, como si fuera masilla; la gran trabajabilidad que permite una fácil y barata excavación, pues se deja cortar como queso y sin ninguna objeción, y la más importante, y más peligrosa de todas, que es su facilidad para entrar en suspensión coloidal en presencia de agua corriente e irse con esa agua corriente, proceso mediante el cual la arcilla simula haberse disuelto como sal en agua, o como azúcar en agua, pero en realidad es una falsa disolución, porque tan pronto el agua entra en reposo la arcilla recupera su estado sólido y se deposita en el lugar donde el agua perdió su velocidad y su capacidad para mantener a la arcilla en suspensión coloidal, y esa es la razón por la cual los ríos se ven de color marrón cuando hacen crecidas, pues llevan arcillas en suspensión coloidal.
De igual modo, muchas rocas arcillosas, como las lutitas arcillosas, o como las lodolitas de Santiago de los Caballeros, gracias a su bonita estratificación aparentan ser rocas sedimentarias de buena calidad, pero lamentablemente su friabilidad hace que en presencia de humedad se degraden rápidamente a simples desechos arcillosos de mala calidad y de pésimo comportamiento, y cuando no se conocen esos materiales, y esos efectos, especialmente los efectos que genera la presencia de agua, y cuando se sobreestima la estabilidad de una profunda excavación vertical en arcillas o en lodolitas, sobrevienen los obligatorios colapsos que hoy preocupan en la ciudad de Santiago de los Caballeros.