Aunque Calderón de la Barca nos dijo que “toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”, BBC Mundo ha publicado un reportaje titulado “3 grandes descubrimientos que hicieron científicos mientras estaban dormidos”, el cual comienza diciendo que “es bien sabido que mientras dormimos, nuestro subconsciente sigue analizando aquellos temas que nuestro consciente no ha podido resolver”, y esa realidad es inherente a cada ser humano de nuestra sociedad, pues casi todos hemos vivido en algún momento alguna experiencia en la cual hemos resuelto, mientras dormimos y soñamos, alguna tarea intelectual, muy importante para nosotros, y que no pudimos resolver despiertos.
El primer caso citado por BBC Mundo es el del famoso químico ruso Dimitri Mendeléyev, quien en 1869 estaba obsesionado en ordenar los elementos de la naturaleza en función de sus propiedades químicas, pero no lograba su objetivo, hasta que un día, exhausto por sus esfuerzos mentales tratando de ordenar esos elementos, se quedó profundamente dormido, y mientras dormía soñó con una tabla que ordenaba perfectamente los elementos de manera horizontal en función de su número atómico, y de manera vertical en función de comportamientos similares, y al despertar tomó nota de lo soñado. Desde entonces, gracias a ese sueño, existe la tabla periódica de los elementos químicos, la cual fue tan ingeniosa desde su origen que reservó espacios perfectamente ubicados para elementos químicos que todavía no habían sido descubiertos, y que al posteriormente descubrirse validaron el sueño.
El segundo caso citado por BBC Mundo es el del médico alemán Otto Loewi, quien planteaba la hipótesis de que las señales nerviosas posiblemente se transmitían utilizando instrucciones químicas, pero no encontraba cómo demostrarlo, hasta que una noche de 1920 tuvo un sueño que le ilustraba el proceso químico operativo de los neurotransmisores, por lo que al despertarse a medianoche anotó lo soñado, con la desventura de que a la mañana siguiente no recordaba lo soñado, ni entendía lo que había escrito, sin embargo, su obsesión era tan marcada que la noche siguiente volvió a tener el mismo sueño, y esta segunda vez pudo recordar todo lo soñado, y sobre ese sueño pudo unir dos corazones mediante una cánula, y al estimular eléctricamente a uno de ellos veía el efecto directo en el otro, lo que le permitió plantear que la estimulación eléctrica de una célula nerviosa libera substancias químicas (neurotransmisores) que transmiten informaciones hasta las células nerviosas vecinas.
El tercer caso citado por BBC Mundo es el del famoso paleontólogo suizo Louis Agassiz, quien en 1840 encontró un pez fosilizado atrapado durante millones de años en una roca sedimentaria, pero Agassiz no quiso destruir la roca para sacar el fósil del pez por temor a destruirlo, sin embargo, su obsesión en conocer la estructura no visible del pez le llevó una noche a soñar que veía la parte faltante, aunque al día siguiente olvidó lo soñado, con la suerte de que la noche siguiente volvió a repetir el mismo sueño, pero de nuevo volvió a olvidar lo soñado, lo que le obligó a colocar papel y lápiz al lado de su cama por si en la tercera noche se repetía el sueño, con tan buena suerte que así fue, logrando reconstruir la estructura original del pez, y desde entonces nació la paleontología, tan útil en la geología.
En adición a estos casos científicos citados por BBC Mundo, podemos añadir el caso del famoso químico alemán August Kekulé, quien durante años estudiaba la estructura química del benceno, sin lograr entender cómo se asociaban los átomos de carbono e hidrógeno, hasta que una noche soñó viendo moléculas de benceno que se retorcían como una serpiente, y que una de las serpientes se mordía su propia cola, entendiendo a partir de entonces que el benceno tenía una estructura de anillo.
Los cronistas que describen la vida de Nostradamus narran que durante sus sueños él veía cosas que no entendía y que las transcribía en forma de cuartetas que hoy son aceptadas por muchos como las más brillantes profecías de la humanidad, aunque otros niegan esa realidad.
Pero, ¿cómo logra el cerebro humano, bajo un estado subconsciente, durante un sueño profundo, adentrarse en un mundo desconocido para su estado consciente, y extraer informaciones desconocidas para el cerebro de quien sueña, y desconocidas para la sociedad, y poder traer esas informaciones al estado presente para hacerlas realidad?
¿Acaso hay otros mundos paralelos a los nuestros, o dimensiones paralelas a las nuestras, donde el tiempo va adelantado a nuestro tiempo, y mientras dormimos y soñamos nuestro cerebro puede hacer un viaje de exploración a otra dimensión?; ¿o simplemente nuestro cerebro capta y descodifica reflejos electromagnéticos de lo que ocurre en un vagón delantero del tiempo, mientras vamos en un vagón de atrás del tren del tiempo?