Tú lo llenas

“Él está pequeño, todavía no entiende”, “todavía él no sabe nada”, “todavía ellos no se dan cuenta de nada”, son frases frecuentes expresadas por algunos padres ante situaciones de conflicto o desagradables que se presentan dentro del seno familiar.

“Él está pequeño, todavía no entiende”, “todavía él no sabe nada”, “todavía ellos no se dan cuenta de nada”, son frases frecuentes expresadas por algunos padres ante situaciones de conflicto o desagradables que se presentan dentro del seno familiar.

Carmen fue mi paciente en su vida adulta durante un tiempo, por crisis depresivas periódicas, hija de padres separados, que vivió desde los 3 o 4 años hasta los 12 con su papá y su madrastra, la cual nunca le propició afecto. Carmen solía rechazar situaciones específicas y determinados colores. Por ejemplo, siempre manifestaba su rechazo al color verde, hasta en el de las hojas. En una ocasión le pregunté por qué tanta animadversión hacia ese color, y enrojecida y hasta trastornada se le mojaron sus ojos y contestó: “Es que ella siempre me vestía de verde, y en la casa también predominó dicho color, cuando lo veo la recuerdo”.

Todos los eventos acontecidos especialmente durante la primera infancia (abarca desde 45 días de nacido hasta los 5 o 6 años de edad), son determinantes en el desarrollo emocional de nuestra adultez y son la base principal en nuestro comportamiento durante todas las etapas de la vida. Por tanto, es de suma importancia cuidar todos los eventos durante este período en los pequeños. El niño viene como una esponja, la cual se empapa igual con agua de fango, si es donde la sumerges, o con agua de manantial. De igual manera se va llenando la mente de nuestros hijos, los cuales serán el fruto de lo que en nuestras manos hagamos de ellos.

Revisa aquellas reacciones de rechazo que no entiendes a situaciones o personas, y descubrirás que en algún momento de tu infancia viviste algo desagradable en relación a esto, o por el contrario, como en mi caso particular, me agradaba el “desagradable olor a azufre para todo el mundo”, y descubrí que el origen de esta incongruencia era que de niña me encantaba la capital, y desde mi pueblo teníamos que pasar por un trayecto de carretera en el cual se respiraba dicho olor por una zurza cercana a la misma, por lo que mi cerebro, de manera inconsciente, creó una asociación de este olor con mi gratificante paseo o visita a la ciudad capital. ¿Qué les parece? ¿Han pensado los efectos de todo el bombardeo, por pantallas, redes, contaminación sonora y visual que cada día llega a tus hijos? ¿Has revisado su contenido, forma y verdadera intención? Cuidado, podría ser tarde. Fíltralo, siéntate con ellos, podrías llevarte sorpresas.

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