La primera vacuna experimental contra la covid-19 ensayada en humanos, desarrollada en tiempo récord por la empresa estadounidense Moderna, ha mostrado ser “segura y bien tolerada en general” en una primera prueba con 45 voluntarios sanos, según ha anunciado este lunes la compañía.
El prototipo ha generado en los ocho primeros participantes unos niveles de anticuerpos neutralizantes —las defensas del organismo que se unen al virus y bloquean su capacidad de infectar las células— similares o mayores que los de la sangre de los pacientes que han superado la enfermedad, ha subrayado Moderna en un comunicado.
La empresa, con sede en Cambridge, ha informado también de que su vacuna experimental ha proporcionado “protección completa” frente a la multiplicación del virus en pulmones de ratones vacunados y después infectados, según los ensayos realizados en colaboración con el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de EE UU.
Tras estas primeras pruebas con animales y un puñado de personas, las autoridades estadounidenses han autorizado un ensayo en fase 2 con 600 voluntarios sanos para afinar la dosis. Si todo va bien, la empresa pretende comenzar en julio la fase 3: un ensayo con miles de personas para demostrar la seguridad y la eficacia.
La de Moderna es una de las 118 vacunas experimentales registradas por la Organización Mundial de la Salud. Ocho de ellas ya se están probando en humanos. Los prometedores resultados preliminares de algunas no garantizan ni que sean eficaces ni que sean seguras.
La de Moderna, además, emplea una revolucionaria tecnología jamás aprobada en una vacuna. La clave de la virulencia del nuevo coronavirus se encuentra en las proteínas de sus espículas, esas protuberancias que hacen que al microscopio parezca una maza de pinchos medieval. Los científicos de Moderna copian la parte del material genético del virus —el ARN— que contiene las instrucciones para producir esa proteína de la espícula. Al inyectar esa receta de ARN en una persona, las células humanas fabrican solo la proteína del virus y, en teoría, desencadenan una respuesta inmunitaria sin peligro.
“Estamos invirtiendo para aumentar la capacidad de fabricación y poder maximizar la cantidad de dosis que podemos producir para ayudar a proteger a la mayor cantidad de gente que sea posible contra el SARS-CoV-2”, ha declarado Stéphane Bancel, director ejecutivo de Moderna. El director técnico de la empresa es el farmacéutico español Juan Andrés, que ya alertó en marzo de que no basta con tener una vacuna.
“La cuestión con las vacunas, sobre todo en las pandemias, es qué cantidad logras tener disponible. ¿A cuánta gente se va a poder vacunar? Los expertos dicen que hay grupos de riesgo, sobre todo los ancianos y la gente que está en la primera línea de batalla en los hospitales. Posiblemente ellos y la gente dedicada a actividades en contacto social serán los primeros candidatos para recibir la vacuna”, explicó en una entrevista con EL PAÍS.
La Autoridad de Investigación y Desarrollo Biomédicos Avanzados (BARDA) de EE UU ha comprometido 483 millones de dólares (445 millones de euros) para financiar el desarrollo de la vacuna experimental de Moderna. La Coalición para las Innovaciones en Preparación para Epidemias [la CEPI, fundada por los gobiernos de Noruega e India, la Fundación Bill & Melinda Gates, el Wellcome Trust y el Foro Económico Mundial] también anunció su apoyo económico a esta vacuna experimental ya el 23 de enero, cuando solo se conocían 581 casos confirmados de la enfermedad en todo el mundo.