Si hiciéramos una encuesta de cuál sindicato ha realizado más huelgas en el país, muy probablemente la palma la lleva la Asociación Dominicana de Profesores. Y las consecuencias de esto están a la vista de todos.
Bien sabemos que muchos de sus reclamos son y seguirán siendo atendibles, dentro de los límites razonables. A todos nos interesa el bienestar de aquellos que tienen la responsabilidad de educar las generaciones más jóvenes. Reclamaron salarios mejores, la adjudicación del 4% del PIB al sector educativo y la construcción de más aulas. Todas estas conquistas fueron alcanzadas. Probablemente, hayan muchas otras necesidades, pero las huelgas no son, en forma alguna, la manera de solucionarlas. Y mucho menos ahora cuando estamos viviendo la situación sanitaria que afecta al mundo entero.
¿Qué diría el CMD? ¿Que sus profesionales no deben arriesgarse frente a la pandemia? Sus profesionales han trabajado horas interminables, arriesgando su salud y la de sus familias. Nunca tendremos como agradecerles.
¿Qué sucedería si los sindicatos, la industria, el comercio, el transporte, el turismo y otras áreas decidieran hacer lo mismo? Por suerte tenemos dirigentes sindicales más responsables y coherentes que los de la ADP. No es momento de paralizarse y gracias a Dios, la mayoría así lo ha entendido.
La Unesco nos dice: “el cierre de las escuelas tiene consecuencias desastrosas para la educación y el bienestar de los niños. Los niños más vulnerables y los que no pueden acceder a la educación a distancia tienen más probabilidades de no regresar nunca a la escuela, e incluso de ser víctimas del matrimonio o el trabajo infantiles”.
Ante esta realidad, por no mencionar también que desde hace tiempo nuestro país ocupa uno de los últimos lugares de toda América en las mediciones educativas, ¿cuáles criterios mueven a la ADP para empecinarse en no regresar a las aulas? ¿El COVID los afecta sólo a ellos?
“No volveremos a clase porque el gobierno no tiene ninguna información científica que determine la asistencia presencial en estos momentos”, suena más a una excusa para extender las vacaciones que un motivo real. ¿Tendrán esa información para el 31 de enero o les hará falta más tiempo mientras sus alumnos se hunden en la ignorancia?
El proceso de vacunación llevado a cabo por el gobierno ha tenido una cobertura mucho más amplia que la de muchos otros países. La tasa de mortalidad por esta enfermedad no ha dejado de bajar. El MINERD ha ofrecido unos protocolos para la seguridad de estudiantes y docentes.
¿Qué la situación de todos modos será complicada? ¿Qué hay motivos reales para preocuparse? Es cierto, pero es la situación por la que pasan todos los sectores y no sólo en la República Dominicana. Pero los niños y jóvenes no necesitan ahora que, por motivos no claros, los abandonen, jugando y merodeando por sus barrios. Muy por el contrario, necesitan la tutela de sus maestros y más aún, precisan de los sacrificios y de los mejores esfuerzos de todos aquellos responsables de proporcionarles una educación que les garantice un mañana digno.
La ADP no es el Ministerio de Educación ni autoridades de salud, por lo que no deben tomar decisiones que no les corresponden. Muchas asociaciones de Padres empezaron a reclamar ante la ADP, deseosos de que sus hijos regresen a las aulas. Muchos piensan que esta situación debía llevarse a los tribunales. Me pregunto, incluso, si esto no cae en la categoría de corrupción, ya que todos los miembros del gremio siguen cobrando por servicios no prestados.
Sin embargo, creo que debemos comenzar por pedir al pleno del gremio que recapacite esta decisión, no sólo a su directiva.
Y esta coyuntura nos debe mover a reflexión a todos. Abraham Lincoln dijo una vez: “Sobre el tema de la educación sólo puedo decir que lo veo como el tema más importante que nosotros, como pueblo, debemos involúcranos.” Además del bienestar de nuestros niños y jóvenes está en juego nuestro destino como nación.
Reconozco que son muchas las personas y las instituciones públicas y privadas que se preocupan y trabajan por un mejor sistema educativo, pero este logro no puede alcanzarse con esfuerzos aislados. Con pandemia o sin pandemia, como sociedad y como país, todos los sectores deberíamos de tomar acciones concretas, encaminadas a respaldar estos esfuerzos. Necesitamos un sector educativo, ADP y toda la clase magisterial incluida, consciente de los retos de la enseñanza, acentuados por la pandemia y de su rol vital en el proceso de desarrollo del país y dispuesto a trabajar en consonancia con los demás sectores.
Precisamos docentes que prioricen sobre todas las cosas, el sagrado derecho a la educación de nuestros niños.