En promedio, las mujeres reciben el 16.7 % menos de remuneración salarial que los hombres, de acuerdo con el Informe Evolución de la brecha salarial de género en República Dominicana 2014-2020, publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE)
En los últimos cinco años el feminismo ha repuntado en América Latina, incluyendo, aunque en menor medida, a República Dominicana.
La viralización en América y en parte de Europa de la canción-performance “Un violador en tu camino” del grupo chileno Las Tesis, el posicionamiento de las feministas comunitarias en Bolivia, las grandes manifestaciones a favor de la despenalización del aborto en Argentina, lideradas por activistas que impulsaron la Marea Verde, y una gran divulgación de pensadoras clásicas, contemporáneas y emergentes, incluyendo a dominicanas como la filósofa decolonial Yuderkys Espinosa, han puesto al feminismo —o a los feminismos , prefieren decir algunas escritoras — en el centro del debate público como movimiento social.
Al mismo tiempo, se han reciclado viejos mensajes antifeministas y misóginos, lo que se refleja en los medios de comunicación y en las redes sociales, con usos de términos como “feminazi” y frases que manifiestan estereotipos como el de “la feminista amargada y solterona que odia a los hombres”. En Facebook hay incluso grupos dedicados a promover discursos de odio contra las feministas y las mujeres en general (no se reproducen los nombres para no dar publicidad a espacios que llaman activamente a la violencia y que deben ser denunciados tanto a los administradores de la red social como a las autoridades nacionales cuando corresponda).
Los medios de comunicación dominicanos publican con frecuencia la palabra feminista para informar de sus posiciones sobre la despenalización del aborto en tres causales: peligro para la vida de la madre, incompatibilidad del producto con la vida, y violación o incesto. Pero, ¿quiénes son las feministas dominicanas, cómo entienden el feminismo y cuáles temas se debaten en el movimiento, más allá de las tres causales?
Movimiento político. Desiré del Rosario es abogada, católica, madre, está casada desde hace 28 años y es feminista.
“Siempre recuerdo cuando me preguntó un obispo con el que trabajaba que qué era eso de ser feminista para una mujer cristiana, y le dije: ‘Bueno, me parece que usted y yo estamos de acuerdo, porque a usted le parece que debe haber justicia en el mundo, que los seres humanos deben ser iguales, que fueron creados igualmente libres, tienen derecho a un destino en el que todos los bienes les sean dados y sean reconocidos con dignidad.
El movimiento feminista se plantea como un movimiento político que reivindica derechos, que los hombres y las mujeres somos iguales’”, cuenta del Rosario.
Reivindicar la igualdad en una sociedad profundamente desigual como la dominicana. Un dato que ilustra esta desigualdad es el de la diferencia salarial y las oportunidades laborales.
De acuerdo con el informe Evolución de la brecha salarial de género en República Dominicana 2014-2020, publicado por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), la tasa de inactividad laboral de las mujeres (47.4%) duplica la de los hombres (21.6%), y en promedio, las mujeres reciben un 16.7% menos de remuneración salarial que los hombres.
Otra de las grandes luchas del feminismo, al menos desde la década de 1980, es la erradicación de la violencia machista. Según datos citados por la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), el país se encuentra entre los cinco con la tasa más alta de feminicidios de la región (1.9 por cada 100,000 habitantes).
Pero los desafíos son muchos más y abarcan casi todos los aspectos de la vida, desde el reparto de tareas en el hogar, el acceso a la tierra de las mujeres vinculadas a la producción agrícola, y las deficiencias en la atención a la salud sexual y reproductiva, incluyendo la mortalidad materna por fallas en el sistema de salud.
Del Rosario explica que el feminismo aboga por combatir las estructuras que propician esas desigualdades desde una gran diversidad de intereses y enfoques.
Ella, en particular, ha hecho activismo por adecuar las leyes para que las mujeres puedan participar en igualdad de derechos en la política, la educación y recibir atención médica de calidad.
Pero, la discriminación no golpea de la misma forma a todas las mujeres: aunque la desigualdad salarial y el acceso a recursos económicos afecta, en general, a mujeres de todas las clases sociales, es particularmente grave entre las trabajadoras sin estudios o con pocos estudios formales.
“A mayor nivel educativo, tiende a reducirse la brecha salarial de género. En el grupo sin ningún nivel educativo, las mujeres fueron retribuidas con 39.4% menos que los hombres y en el nivel universitario, con 30.5%”, se explica en el Informe Evolución de la brecha salarial de género en República Dominicana 2014-2020.
Como en otros países, en República Dominicana hay académicas y activistas que consideran que el feminismo más tradicional no aborda en toda su profundidad los problemas que sufren las mujeres de clase trabajadora, las inmigrantes, las negras y otros grupos racializados.
Estas activistas trabajan desde otras perspectivas u otros tipos de feminismos, más allá del de la igualdad, algunos de los cuales utilizan la interseccionalidad para analizar la realidad y luchar por derechos.
Grosso modo, la interseccionalidad plantea que no basta con estudiar las desigualdades de género, es necesario pensar también en la clase social, en la raza y otras discriminaciones para comprender todas las opresiones y alcanzar todos los derechos.
Desde esa perspectiva, el grupo Mujeres Socio-políticas Mamá Tingó se declara feminista, antirracista y popular. Ely Espósito, una joven artesana, es parte del equipo coordinador del grupo, ejemplo de una nueva generación que trabaja en la formación política feminista y las luchas comunitarias desde los barrios marginalizados, como Villa Mella, y zonas rurales empobrecidas.
Su feminismo está vinculado a las luchas del barrio por servicios básicos, el acceso a la educación y la defensa de la vida de niñas, adolescentes y mujeres adultas.
En tanto que Cristina Francisco es activista feminista y por los derechos de las personas con discapacidad.
Cuenta que se hizo feminista mientras trataba de ser incluida plenamente en las organizaciones de personas con discapacidad que luchaban por sus derechos, pero en los que las mujeres no siempre eran escuchadas.
Así, junto a otras compañeras pensó, sin tener todavía muy claras sus concepciones feministas, que necesitaba contar con un espacio solo de mujeres, desde el cual hacer activismo y alianzas con las demás organizaciones.
“Cuando comenzamos con el Círculo de Mujeres con Discapacidad, hace 20 años, justamente lo creamos dos o tres compañeras con discapacidad, por ver la inequidad que existía.
Aun sin estar muy formadas en el feminismo y todo eso, sí podíamos captar que, aunque participábamos en diferentes grupos, siempre en la junta directiva los que determinaban, los que mandaban eran los hombres. Y las mujeres, aunque teníamos muchísimas inquietudes, ideas, siempre estábamos relegadas”, recuerda Francisco.
La activista explica que las personas con discapacidad se enfrentan a la falta de acceso a trabajos decentes, debido a los prejuicios.
También resalta la violación de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres que viven con discapacidad, ya que con frecuencia se asume que no pueden disfrutar la sexualidad ni ser madres. Dice que en muchos centros médicos no tienen ni la infraestructura ni el personal entrenado para atender las necesidades de mujeres con problemas físico-motores, como las que usan sillas de ruedas, y que tampoco hay atención de calidad para aquellas con discapacidades intelectuales. Como ella, otras feministas que hacen activismo en algún colectivo participan también en otros espacios de articulación para la acción o la reflexión.
Estos movimientos ya no se encuentran solamente en Santo Domingo: hay grupos en provincias como Santiago, Monseñor Nouel y Barahona, que se articulan para analizar la realidad de las mujeres dominicanas.
Son herederas de una tradición centenaria. El movimiento feminista no es nuevo en la República Dominicana. Desde principios del siglo XX ya había mujeres feministas que reflexionaban y hacían activismo para mejorar su situación y la de sus pares. En 1922 se funda la Revista Fémina, refiere Ylonka Nacidit-Perdomo en su artículo “La vanguardia feminista y la conquista del derecho al voto”.
Y más recientemente, en 1980, nace el Centro de Investigación para la Acción Femenina (CIPAF), que trabaja principalmente temas relacionados con la salud sexual y reproductiva, la violencia machista y la promoción de la igualdad a nivel político entre hombres y mujeres. Su fundadora, Magaly Pineda, se convirtió en referencia del activismo feminista en América Latina.
Como en otros lugares del mundo, el feminismo en República Dominicana ha contribuido a conquistar derechos como el voto de las mujeres, los sistemas de protección a víctimas de violencia machista y el acceso a cuidados de salud sexual y reproductiva, mientras muchas activistas sonreían y reivindicaban el cuidado, el auto cuidado y la alegría.
Del Rosario se ríe cuando se le pregunta por el estereotipo de la feminista amargada. “Somos todo: alegres, felices, casadas, solteras, heterosexuales, lesbianas…puede que alguna esté amargada porque es un movimiento diverso, por eso no se dice que hay una esencia de mujer, sino que somos mujeres diversas, pero luchamos por una vida alegre y plena”, concluye la activista.
¿Por qué no todas las mujeres que luchan a favor de la igualdad de derechos se declaran feministas?
Algunas mujeres no se declaran feministas por prejuicio y desconocimiento. Dado que el término ha sido estigmatizado y asociado a mensajes de odio contra los hombres, muchas evitan ser incluidas en este grupo, aunque sus prácticas y discursos sean, de hecho, feministas.
Otra razón, más política, está vinculada a diferencias teóricas con algunos enfoques de determinadas variantes del feminismo o de algunos feminismos. Hay activistas que consideran que el feminismo, como movimiento nacido a partir de La Ilustración e impulsado en principio por mujeres burguesas, responde principalmente a los intereses y necesidades de mujeres blancas de clase media, especialmente europeas, y aunque trabajen en alianza con grupos feministas, prefieren no utilizar esta denominación para sí mismas. De todas formas, en la actualidad se reivindican tradiciones de feminismo africanas, asiáticas, latinoamericanas, etc. Como en todos los movimientos sociales, se originan debates a partir de las diferentes teorías, tendencias y líneas de trabajo de las variantes del feminismo o de los distintos feminismos.
¿Y tú, eres feminista?
No, el feminismo no es machismo al revés
El feminismo es un movimiento social y político que, como otros (sindicalismo, movimiento ambiental) lucha contra un sistema que considera injusto y quiere impulsar cambios para construir una sociedad más igualitaria y con derechos para todos y todas a partir de un conjunto de teorías y prácticas.
El machismo no es un movimiento social, es parte de la estructura histórica que permite la subordinación de las mujeres.
En general, las feministas cuestionan el sistema patriarcal que permite la desigualdad entre hombres y mujeres, no a cada varón en particular, ya que estos pueden ser, y de hecho muchos son aliados. En conclusión, los movimientos políticos y sociales como el feminismo se enfocan en criticar y cambiar los sistemas.
Las feministas no odian a los hombres
El feminismo no se trata de una guerra de sexos entre hombres y mujeres. Buena parte de la teoría feminista cuestiona que tanto hombres como mujeres sean presionados para encajar en roles estereotipados. Por ejemplo, que las mujeres deban ocuparse de los quehaceres del hogar y los hombres tengan que ser los principales proveedores solo por su género, sin tomar en cuenta sus gustos y preferencias. En ese orden, pretende hacer más libres a hombres y a mujeres.
Además, hay feminismos o variantes del feminismo, como el comunitario, el negro o el decolonial que reivindican aún más el diálogo con los hombres y la conquista de derechos para comunidades marginadas en su conjunto, no solo para las mujeres, aunque reconocen que estas suelen ser doblemente discriminadas.