Novak Djokovic esperó. Tuvo que esperar para que Nick Kyrgios perdiera los estribos y se desconcentrara. Esperó hasta encontrar cómo descifrar los potentes saques de su rival. Esperó hasta que apareció su mejor versión.
Djokovic nunca se acobarda por un déficit – en un juego, un set, un partido. No se arredra al tener que ponerse a buscar soluciones. Y en Wimbledon, desde hace mucho tiempo, es indomable.
Siempre constante, el astro serbio sacó a relucir su calidad para someter el bombardeo de aces y trucos de Kyrgios, imponiéndose ayer 4-6, 6-3, 6-4, 7-6 (3) para conquistar su séptimo título consecutivo en Wimbledon y séptimo en total.
“Cada vez, resulta ser más y más significativo y especial”, dijo el máximo cabeza de serie. “Siempre ha sido, y lo será, el torneo más especial en mi corazón. El que me motivó e inspiró jugar tenis en un pequeño resort de montaña en Serbia.”
Djokovic estiró a 28 su racha de victorias en el torneo de Grand Slam en césped y elevó a 21 su cosecha de títulos en las grandes citas. Rompió el empate que mantenía con Roger Federer y quedó a uno de los 22 de Rafael Nadal por el récord histórico del tenis masculino.
Entre los hombres, Federer, con ocho, ha ganado más títulos en Wimbledon que Djokovic.
Esta remontada en una tarde soleada siguió el modelo de las que completó en los cuartos de final, cuando Djokovic volteó un déficit de dos sets ante Jannik Sinner, el décimo preclasificado, y en las semifinales, cuando Cam Norrie, el noveno cabeza de serie, se llevó el primer set. En la final del año pasado en Wimbledon, Djokovic cedió el primer set. En la final de 2019, tuvo que borrar dos puntos de campeonato ante Federer.
“Eres como un Dios. No te voy a mentir”, dijo Kyrgios durante la ceremonia de premiación. “Creo que he jugado bien. No sé cuántas veces has ganado el campeonato”.