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Agencias:- El padre de Ken Griffey Jr. era una estrella del béisbol pero tenía dificultades para comunicarse con el talentoso adolescente. Entonces, Rickey Henderson encontró la manera de hacerlo.

El joven Griffey, quien se considera afortunado hasta hoy de haber compartido el vestuario de los Yankees de Nueva York y de haber jugado en su campo junto a tantas leyendas, se aseguró de escuchar y aprender.

“Tenía 15 años cuando conocí a Rickey, y él me aceptó en el vestuario junto con Dave (Winfield) y un par de chicos más”, compartió Griffey Jr. “Cuando hablan de que se necesita una aldea para criar a un niño, estoy agradecido con Rickey, Dave y todos los demás que me criaron”.

Henderson falleció el 20 de diciembre a los 65 años, poco antes de su cumpleaños, que se celebraba en Navidad, y fue recordado por excompañeros, ejecutivos, amigos y fanáticos el sábado en el estadio contiguo al Coliseum de Oakland donde jugó durante muchos años.

Más tarde, un campo fue bautizado en su honor.

Acudieron desde Dusty Baker, Tony La Russa y Joe Torre hasta excompañeros como el cubano Jose Canseco, Carney Lansford, Dennis Eckersley, Dave Stewart y Dave Winfield, así como los miembros del Salón de la Fama Reggie Jackson y Frank Thomas, y el rey de los jonrones Barry Bonds.

Casi 3.000 personas se abrieron paso bajo la constante lluvia en el Área de la Bahía para honrar a un miembro del Salón de la Fama con características únicas.

MC Hammer y su esposa Stephanie interpretaron la melodía del rapero de Oakland “Goin´ up Yonder”.

Gary Payton, otra estrella de Oakland y miembro del Salón de la Fama del Baloncesto, atribuyó a Henderson la inspiración de su éxito, aunque en otro deporte.

Los Atléticos barrieron en esa serie a los Gigantes de San Francisco.

Henderson había bateado para .474 con un jonrón, dos triples, un doble, tres carreras impulsadas y tres bases robadas durante esos cuatro juegos.

“Estábamos hablando y susurrando en nuestros oídos, siempre estábamos bastante cerca el uno del otro cuando estábamos uniformados”, dijo Stewart. “Y Rickey, cuando me anunciaron como el Jugador Más Valioso, y creo que estaba tan sorprendido como probablemente debería haber estado porque casi bateó .500, pero brevemente me susurró al oído: ´Sabes, si no hubieras estado allí en la comunidad ayudando a todas esas personas, no habrías obtenido ese premio´”.

Para Griffey, el cuidado y la atención al detalle de Henderson significaron mucho mientras el toletero comenzaba su camino y soñaba en grande en lo que finalmente sería su propia carrera de Salón de la Fama.

Un día de entrenamiento primaveral en Fort Lauderdale, Florida, cuando los veteranos estaban haciendo su trabajo final, Griffey recogía bolas para los peloteros de las Grandes Ligas. Henderson siempre saludaba el primer día y prestaba atención al progreso de Griffey.

“Íbamos al campo trasero y Rickey bateaba pelotas hacia mí, y me preguntaba, ¿por qué solo me las batea a mí?” dijo Griffey. “Descubrí que él le dijo a mi padre más tarde: ´Él tiene un talento especial, solo quiero ver hasta dónde puede llegar´. Tenía 15 años. … Rickey era como un hermano, un hermano mayor, un tío, y a veces creo que pensaba que también era mi maldito padre”.

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