Un doblete de Robert Lewandowski y un tanto de Pedri González en 39 minutos, al que se sumó otro doblete más de Pablo Torre en la recta final, le bastaron al Barcelona para solventar el duelo contra el Sevilla (5-1).

El partido marcó el regreso de Gavi y seguir en solitario al frente del campeonato. Fue una goleada para empezar a pensar en lo que viene: dos grandísimos partidos ante Bayern de Múnich y Real Madrid, que servirán para calibrar el punto de cocción exacto del equipo de Hansi Flick. El Barcelona se sigue gustando. Sabe a lo que juega, le sale todo, recupera jugadores y llega al primer momento culminante de la temporada en la mejor disposición.

Todo son buenas noticias para el equipo de Flick, que tiene los automatismos aprendidos, los futbolistas para jugar a lo que quiere y, además, va recuperando efectivos cada partido que pasa.

Si a todo ello se le suma el estado de gracia de su línea de delanteros, la solvencia en la recuperación y la precisión quirúrgica de la defensa marcando la línea, se puede entender la sonrisa del barcelonismo. La imagen del equipo es el momento de Robert Lewandowski (12 goles en 10 partidos) y el desborde de Lamine Yamal, pero también los galones de Raphinha, que forzó el penalti que abrió la lata. Enfrente se vio a un Sevilla desnaturalizado. El equipo de Francisco Javier García Pimienta, acostumbrado a dirigir las operaciones sobre el verde, se encontró en Montjuïc persiguiendo el balón y eso fue la peor noticia para poder solventar la papeleta.

Salvo una acción de Lukébakio, en el minuto 9, en el que el delantero mostró su potencia y no acertó, los hispalenses no aparecieron en el primer tiempo; y en el segundo, aparecieron en cuentagotas.

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