Nueva York, Estados Unidos.- José Alberto Pujols está a punto de aumentar su grandeza. Está a las puertas de entrar al selecto grupo que sólo tiene a ocho bateadores que han conectado más de 600 cuadrangulares en las Grandes Ligas.
Pero detrás de la hazaña de conquistar tan célebre marca, está una historia impregnada de sacrificios, lesiones, carencias, dedicación y perseverancia. Sí, ese temible bateador que utiliza el número cinco en su espalda, y que inclusive hasta los 30 años disparó más jonrones que Babe Ruth y más hits que Pete Rose luchó desde que salió de Dominicana para convertirse en lo que es hoy.
“Solamente nacer y crecer en la República Dominicana y tener la oportunidad de llegar aquí (Estados Unidos), eso ya te lo cuenta todo”, expresó Pujols a elCaribe. “Orgulloso de que Dios me ha puesto aquí en las Grandes Ligas, me ha dado el sueño que siempre he querido”.
Como millones de familias en búsqueda de un mejor porvenir, los padres de Albert se mudaron a Kansas City, cuando él tenía 16 años. A pesar de haber enfrentado las barreras del idioma y cultura, se convirtió en uno de los mejores estudiantes y deportistas de la ciudad.
“Siempre hay que luchar. Para uno lograr cosas en la vida, tenemos que pasar por cosas difíciles, fortalecernos y aferrarnos a nuestra fe”, expresó Albert, quien fue seleccionado por los Cardenales de San Luis en la ronda 13 del sorteo universitario de 1999.
“La máquina”, como es llamado por sus seguidores, debutó en la Gran Carpa en el 2001. De inmediato, obtuvo el premio al Novato del Año de la Liga Nacional de manera unánime.
“Dios me ha dado esta bendición de jugar en la pelota. 17 años jugando en las Mayores y 18 como profesional, todo el crédito se lo doy a Dios”, manifestó.
El laureado jugador comenzó su carrera en San Luis, donde acaparó las miradas, recibiendo los más sublimes honores, tres veces Jugador Más Valioso, diez veces elegido al Juego de Estrellas, dos anillos de Serie Mundial (2006, 2011), entre otros.
“Cada día que voy al plato le doy gracias a Dios, a mi familia y también saber que tengo un pueblo como la República Dominicana que siempre me ha apoyado en mi carrera y me siento bien orgulloso de ser dominicano”, indicó.
Y como una montaña de altas y bajas, Pujols confiesa qué lo mantuvo en alto cuando se presentaron momentos difíciles en su carrera.
“Dios”, responde rápidamente el primera base y bateador designado de los Angelinos mientras está sentado en la cueva, en el estadio de los Mets. “El Señor me ha dado el talento, la habilidad, el don de jugar esta pelota. No importan las lesiones, las cosas que tengas que pasar, ni donde naciste ni donde te criaste porque Dios siempre tiene un propósito”.
Antes del inicio de la jornada de ayer, Pujols sólo necesita de cuatro bambinazos de llegar a 600 y 135 imparables para pertenecer al club de los 3,000. Albert sólo le pide a Dios salud.
“Lo que le pido a Dios es que me mantenga en salud el resto de mi carrera. Sé que al final de mi carrera tendré tiempo para mirar hacia atrás y analizar los logros que he tenido en Grandes Ligas pero ahora mismo, mi enfoque es tratar de ayudar a mi equipo a ganar”, dijo Albert, quien firmó con los Angelinos por 10 años y 240 millones de dólares en la campaña de 2012.
Mucha atención recae sobre el bateador de 37 años y swing innegable, de tez bronceada, que en la caja de bateo presiona sus rodillas flexionadas y muestra sus manos apretadas agitando el bate esperando el lanzamiento oportuno, levanta su talón delantero levemente, consigue ese pie delantero abajo temprano y conecta como un martillo en el clavo.
“Espero en Dios en par de semanas conectar el número 600 para que todos gocen ese logro”, agregó el quisqueyano.