La noche del sábado Ricardo Montaner dijo “hasta luego” en el final de su gira “Te echo de menos tour”, celebrada en el Palacio de los Deportes, bajo la producción local de Cesar Suárez Jr., quien se apunta dos muy exitosos y desbordados conciertos seguidos, uno el viernes de Rosario Flores en el Teatro Nacional y otro el sábado del jefe del clan Montaner.

Es un lugar común decir que cada una de las canciones interpretadas en la noche de este sábado por Ricardo Montaner, fue coreada por las miles de personas que colmaron de arriba abajo el Palacio de los Deportes.

No es que cada canción fuese debidamente coreada, sino estrictamente gritada. Literalmente. Así de grande fue la entrega del público a un Ricardo entregado, con un corazón de león a flor de piel. El mismo que le dio un salto cuando vio la ovación con que era recibido en La cima del cielo. De ovación en ovación, todos de pie (a veces se sentaban): Será, Adónde va el amor y El poder de tu amor; así como Habla, Castillo azul y Solo con un beso.

Dijo Dame tu consentimiento…(Resumiendo) y salió de escena al final. La banda siguió con una Conga (solo de guitarra prima); tributo de metales. Solo de trombón. Todos los músicos en proscenio y regresó él ahora vestido de negro. Papachú paparacachú, cantaba…

Narró (¿se inventó?) la historia de una señora con su nieta, que conoció comiéndose un hotdog en NY… Una buena justificación para cantar un medley con temas que habitualmente no canta como Yo que te amé, Yo sin ti, Ojos negros, Para llorar, Quisiera.

Las gráficas variopintas y significantes complementaban las historias que cantaba. Puso Honda. Continuó con Bésame buen solo de trompeta del director de la banda. Luego de saxo. En un decorado de teatro clásico del barroco europeo en la pantalla gigante. Y entonces Te echo de menos, que dio nombre a la gira que terminó ahí. Esta fue la única canción desconocida, excelente por demás, condenada a permanecer.

Te adoraré y un Tan enamorados, virtuosos. Fue cuando salió de escena, para regresar con otro atuendo, ahora de blanco. Yo no fumo.

En los finales Déjame llorar. Con un solo de flauta. El saxo también tocaba violín. Habló de la despedida temporal, de la necesidad de hacer una parada y regaló La Gloria de Dios. Y cerró con un Me va a extrañar, que redondeó el concierto pérfecto.

Lanzó toallas bordadas con su nombre al público. La banda siguió un poco más. El público pidió otra. Pero no. ¡Que mas de ahí se daña!

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