La obra que inmortaliza al poblado de Paradero de Camarones fue presentada en un acto por invitación
El escritor cubano-dominicano Camilo Venegas presentó la noche del miércoles su novela Atlántida. Como él le ha llamado “el camino de regreso a la casa de su infancia”, la cual -como es el caso de muchos- ya no existe siquiera físicamente.
Ahora, una de las casas antiguas de la Ciudad Colonial, en la que se asegura nació Francisco del Rosario Sánchez en 1817, cobijó a Camilo y su familia, para el lanzamiento.
El público era cómplice, admirador y encariñado en distintos grados con el también destacado periodista cultural.
Poeta, teatrista, escritor, ferroviario con diploma y “guajiro”, como se le llama en Cuba a los campesinos, Camilo Venegas vivió seguro una de las mejores noches de su vida.
El también escritor y poeta cubano Alejandro Aguilar, radicado en Santo Domingo desde hace algo más de una década, presentó la obra.
“Nos queda claro que los escritores mienten. Como los jardineros. Mienten alterando nuestra percepción, para crear la maravilla”, dijo Aguilar.
El símil tiene que ver con el trabajo de poda del escritor. En el caso de Venegas ha trabajado una década en esta novela que probablemente sea su mejor libro hasta el momento.
Entre el público asistente se encontraban el presidente del Grupo Brugal, Augusto Ramírez y Luis Concepción, presidente de la Fundación Brugal. Así como Campos de Moya, director de Lantica Media y de MediaNet.
La coreógrafo y fundadora de la Compañía Nacional de Danza Contemporánea, Marianela Boán y el director de teatro Raúl Martín, ex compañero de estudios en el Instituto Superior de Arte de Camilo, estuvieron entre los invitados.
El escritor uruguayo Héctor Concari, el escritor venezolano Emilio Berrizbeitia y el editor cubano Daniel García también estuvieron presentes.
El periodista dominicano Vianco Martínez, quien acogiera a Camilo, en El Caribe; la doctora Lidia Fondeur, y la directora de Santo Domingo Times Evelyn Betancourt, también fueron invitados.
Atlántida, la novela, es el camino encontrado por Camilo para regresar a tientas a su infancia de trenes, presidida por la figura señera de su abuela Atlántida, en Paradero de Camarones. Y dar vida a una serie de personajes -unos más ficcionados que otros-, pero casi todos reales, que conformaron aquel pueblito sin mar, ni río, ni arroyo, ni cañada, donde alguien se inventó una fuente circular que llenaban de agua, cubo a cubo, para llevarle flores a un héroe desaparecido, de igual nombre que el autor del libro.
