La llegada de un nuevo año siempre provoca reflexión, genera expectativas e insufla esperanzas de un porvenir mejor. El cierre del 2016 dejó señales claras de lo que podemos esperar en el país para este nuevo año, las que penosamente no son halagüeñas.Sin dudas el caso ODEBRECHT y la declaración a las autoridades de los ejecutivos de esa empresa de que dieron sobornos por 92 millones de dólares en nuestro país marcará este 2017 en el que muchos esperamos que finalmente se inicien procesos imparciales de persecución a los funcionarios e intermediarios envueltos en ese y otros casos de corrupción. Si bien son justificadas las dudas de que esto pueda suceder, no puede soslayarse el efecto de esta revelación que hará que cada vez haya menos tolerancia a la corrupción y menos confianza en las autoridades.
El presupuesto aprobado para este año dejó claro que el gobierno sigue apostando al endeudamiento para financiar incluso sus gastos corrientes y que tiene tantos problemas de liquidez que está dispuesto a llevarse de encuentro la ley y afectar el flujo de las industrias obligándolas a pagar el ITBIS en las aduanas. Es un secreto a voces la incapacidad de pago de muchas entidades públicas con sus suplidores aun aquellas como las educativas que se supone tienen cuantiosos recursos del 4%, la interminable espiral de la inversión en Punta Catalina y el contraste entre sus resultados y lo que el gobierno vendió serían, así como el alto y casi inmanejable déficit con que se maneja el gobierno.
La elección de los jueces de la JCE dejó evidenciado que el presidente va a incidir en la elección de las personas a ocupar puestos, dejando cierto espacio al presidente de su partido y a algunos aliados. Si esto sucedió en ese proceso llevado a cabo por el Senado lo mismo se espera ocurra con la selección de la Cámara de Cuentas, así como con el que habrá de hacer el Consejo de la Magistratura para el Tribunal Superior Electoral y las vacancias en la Suprema Corte y el Tribunal Constitucional.
Este año debería ser la ocasión para que finalmente se aprobaran la ley de partidos políticos y la electoral que garanticen el necesario cambio de nuestro deficiente sistema democrático, antes de que se complique el panorama político y que nueva vez nos cubra la sombra de la sempiterna amenaza de la reelección aunque esté constitucionalmente proscrita.
Y debería ser también la oportunidad para que nuestras autoridades comprendan que el modelo asistencialista que copiaron de Brasil, plagado de corrupción, así como de intervención del Estado en la actividad empresarial, no es sostenible ni conveniente y que sería un error seguir expandiéndolo como pretenden hacerlo con la Seguridad Social.
En el plano internacional se presagian situaciones difíciles: el inicio de una nueva administración republicana en los Estados Unidos con Trump como presidente y un complicado tablero político en el que este país y Rusia inusitadamente parecería que actuarán como aliados, los planes de expansión de influencia China en Latinoamérica y otras partes del mundo y sus posibles choques con el poderío norteamericano y ruso, y el grave conflicto religioso, étnico y cultural que afecta principalmente a Europa con el terrorismo y que amenaza seriamente la paz mundial.
Esperemos que el trayecto del año nos sorprenda contrario a estos poco esperanzadores presagios, pero ante un panorama nacional y mundial tan difícil lo sensato es que hagamos lo necesario para afrontar mejor las posibles adversidades y dejemos de actuar como si todo anduviera bien.