El martes de esta semana, el periódico diario Los Ángeles Times publicó un artículo de la autoría del periodista investigador Steve Lopez que invita al presidente Trump a hablar con su entrevistado si es que quiere construir su grande y bello muro. Su entrevistado por segunda vez para fines periodísticos fue Albert García, norteamericano descendiente de mexicanos, a quien no había visto desde cuando su primera entrevista del 2004.
Albert García, ahora viejo como yo, dos años menor, ya cumplió 76 años, y es como yo, también pensionado de la Seguridad Social USA, una entidad que deduce mensualmente de mi mísera pensión más de cien dólares para pagar primas de un seguro médico que no me otorga el derecho de uso, por vivir en mi país, ni tampoco tengo protección de nuestro seguro social, que debió definirse por razones etarias como de necesidad perentoria en vez de negación de acceso, y tengo que acudir a la piedad de amigos del alma para avergonzado resolver problemas de salud de mi hogar de cinco miembros, solo por ser anciano en el tiempo en que se perdió tal vez el único concepto español que siempre del Estado mantuvo la obligatoriedad durante más de cuatrocientos años de velar por la salud pública que quedó en el zafacón de la historia. La sociedad de hoy parece decir a los viejos que se mueran, y a los “vivos” que se hagan ricos, y ya.
Nació Albert García en los Estados Unidos, ergo ciudadano de EUA por nacimiento y su pensión proviene de haber trabajado hasta su retiro definitivo como Patrullero Fronterizo en servicio de mantenimiento directo a la muralla fronteriza. Ha estado durante más de 25 años reparando daños a la muralla entre México y California, rellenando perforaciones a esa pared de acero de hasta cinco o más metros de altura, durante los cuales ha corregido decenas de miles de perforaciones, y tenido que soportar ataques de invasores y vigilantes que procuraban impedir sus reparaciones. Lopez le pregunta si hay alguna manera para construir un muro mejor. El periodista anota la respuesta: “García tiene dudas, y preferiría no ver que los que paga como impuestos se gaste en una muralla. … No creo que nada de lo que se haga impedirá el paso quedará (quienes violentan la muralla.
Albert García, en su psique, su personalidad, su ejercicio profesional y su elección de fidelidad patriótica, como norteamericano conservador que afiliado al partido demócrata exhibe votando en favor de Donald Trump como presidente, contiene contradicciones que irrespectivamente de los sucesos del futuro lo han de mantener incómodo y sin contento. Su percepción de la futilidad de un gasto de dos mil millones para construir una pared siempre vulnerable y que de nada servirá, pero financiada con impuestos que paga la ciudadanía norteamericana, son percepciones que de ninguna forma pueden reconciliarse.
Algunos de mis hijos y nietos norteamericanos me escribieron por sus temores de que el enfrentamiento ideológico ciudadano de su país pudiera ser seguido de una revolución o una guerra civil. Respondí que el sistema de “checks and balances” de su constitución siempre ha moderado el extremismo ejecutivo.