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Berlín, 18 mar (EFE).- La capa de ozono sobre la región ártica alcanzó a principios de año niveles históricamente bajos, con valores mínimos de la columna total de ozono que disminuyeron con respecto al promedio para la época a mediados de enero y persistieron hasta principios de marzo.

Según el boletín sobre el invierno boreal del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus (CAMS), publicado este martes, esta disminución se relacionó con un vórtice polar inusualmente fuerte y persistente, que aisló temperaturas estratosféricas excepcionalmente bajas sobre el polo.

Los datos del Servicio de Vigilancia Atmosférica de Copernicus, un componente del programa espacial de la Unión Europea, mostraron niveles persistentes de ozono por debajo de las 250 unidades Dobson (UD) hasta principios de marzo, una tendencia inusual dado que el ozono suele aumentar hacia su pico anual de aproximadamente 325 UD en abril.

Si bien la disminución no fue lo suficientemente generalizada ni persistente como para clasificarse como un agujero de ozono ártico, se observaron valores mínimos históricos de ozono en columna total, particularmente en Escandinavia y Eurasia occidental, por debajo de 220 DU, el umbral que se utiliza habitualmente para definir un agujero de ozono en el hemisferio sur.

Por otra parte, Europa experimentó una serie de episodios de contaminación atmosférica invernal durante diciembre, enero y febrero, con concentraciones elevadas de partículas PM2,5 y PM10 y de dióxido de nitrógeno.

Los niveles de contaminación aumentaron en toda Europa durante los períodos de alta presión superficial, lo que contribuyó a vientos más bajos y temperaturas más frías durante los meses de invierno.

Además, durante estos períodos fríos, la calefacción residencial es más activa, lo que incrementa las emisiones de este sector, en particular las emisiones de PM10 en los aparatos que queman biomasa.

La directora del CAMS, Laurence Rouil, explicó en un comunicado que la persistente contaminación invernal en Europa no es inusual, pero pone de relieve los desafíos actuales para la calidad del aire tanto en zonas urbanas como rurales.

“Estos picos de contaminación pueden tener consecuencias reales para la salud pública y por lo tanto estamos monitoreando de cerca la situación, rastreando las superaciones de los valores límite reglamentarios establecidos por la legislación europea”, señaló.

Por otra parte, durante el verano australiano, los incendios forestales arrasaron varios estados, con patrones de actividad distintos en las regiones tropicales y sudorientales.

En el Territorio del Norte y Queensland, los intensos incendios estacionales persistieron desde diciembre hasta principios de febrero, lo que provocó emisiones totales de carbono estacionales entre las más altas desde 2003, siendo las emisiones totales de enero a febrero las más altas desde 2012 y 2014, respectivamente.

En cambio, Victoria y Tasmania experimentaron importantes incendios desde finales de enero hasta febrero, y las emisiones de febrero en estos estados alcanzaron los niveles más altos del conjunto de datos disponibles.

En paralelo a principios de enero se produjeron grandes incendios forestales en el sur de California, cerca de Los Ángeles.

Los incendios de Palisades y Eaton se propagaron rápidamente, y los datos de potencia radiativa de los incendios mostraron un claro aumento los días 7 y 8 de enero, muy por encima del promedio de 2003-2024.

En dos días, las emisiones estimadas ya habían superado el total mensual típico. EFE

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